Vol.22 N°2 de 2021
EDITORIAL
ARTÍCULOS ORIGINALES - NUTRICIÓN
ARTÍCULOS ORIGINALES - ALIMENTOS
REVISIÓN - DIABETES
INDICE
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Vol 22. N°2. 2021 | Abril-Junio de 2021 |
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ARTÍCULOS ORIGINALES - NUTRICIÓN
https://doi.org/10.48061/SAN.2021.22.2.35
Hábitos alimentarios antes y durante la pandemia por COVID-19 en un grupo de niñas/os de La Pampa
Eating patterns before and during the COVID-19 pandemic in a group of children from La Pampa
Valeria Matzkin1,2, Alejandra Maldini1,3, Romina Pilar Gutiérrez1,4
1 |
Docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Cátedra de Nutrición y Salud Humana, Universidad Nacional de La Pampa, Santa Rosa, La Pampa, Argentina |
2 |
Lic. en Nutrición, MSc. Nutrición Clínica, Doctorado en Nutrición, Directora del Centro Colibrí, Trastornos de la Alimentación y Adicciones, Coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos Alimentarios, Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas (AADYND), Santa Rosa, La Pampa, Argentina |
3 |
Médica especialista en Medicina General, Nutrición y Diabetes, miembro titular de la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD), Comité de Graduados, Comité de Innovación, Santa Rosa, La Pampa, Argentina |
4 |
Lic. en Nutrición, Técnica Superior en Bromatología, Posgrado en Obesidad, Santa Rosa, La Pampa, Argentina |
Correspondencia: Valeria Matzkin
E-mail: valeria.matzkin@gmail.com
Presentado: 10/03/21. Aceptado: 07/06/21
RESUMEN
Introducción: los cambios de hábitos alimentarios en la infancia durante la pandemia por COVID-19 podrían predisponer a futuras enfermedades.
Objetivos: explorar hábitos alimentarios y actividad física en
la niñez durante la pandemia; estimar satisfacción corporal,
sobrepeso y obesidad; describir hábitos que influyen en el
estado nutricional.
Materiales y métodos: se realizó una encuesta con Google
Form disponible durante cuatro meses en 2020 que se difundió
en medios de comunicación. Se obtuvieron 306 encuestas de
niñas y niños, entre 6 y 12 años, de la provincia de La Pampa.
Resultados: se observó una reducción en la realización de actividad física durante la pandemia en un 27% de la muestra. Se
evidenció un escaso consumo de pescado, frutos secos, legumbres y semillas. Solamente el 15% de los encuestados manifestó
diariamente comer verduras y el 50% frutas y lácteos. El 40%
consumía jugos, gaseosas y bebidas azucaradas tres a cuatro veces por semana y 32% agregaba sal a las comidas como hábito
diario. El 19% de la muestra expresó la autopercepción que durante la pandemia empeoró su alimentación. Se demostró un
aumento tanto en las horas de sueño como frente a las pantallas.
Se destacó como positivo el aumento de la participación en la
preparación de comidas caseras y la comensalidad familiar. En
relación a los datos antropométricos, el índice de masa corporal indicó: 15% sobrepeso y 7% obesidad. El 70% estaba
conforme con su peso, 26% le gustaría bajar y 4% aumentar.
Conclusiones: la escasa frecuencia de consumo de frutas y
verduras podría ocasionar deficiencias nutricionales. En general, la situación de confinamiento exigida por la emergencia sanitaria significó un deterioro en la calidad alimentaria y
un aumento en los niveles de sedentarismo. Los resultados
antropométricos concuerdan con los estudios argentinos de
prevalencia de sobrepeso y obesidad y, a su vez, alarman sobre la situación de disconformidad corporal.
Palabras clave: COVID-19; trastornos de la nutrición infantil;
comportamiento alimentario; pandemia; fenómenos fisiológicos nutricionales infantiles.
ABSTRACT
Introduction: changes in eating habits in childhood during
the COVID-19 pandemic could create predisposition to future diseases.
Objectives: to explore eating habits and physical exercise in
childhood during the pandemic; to estimate body satisfaction, overweight and obesity; to describe habits that influence nutritional status.
Materials and methods: a survey was carried out with Google Form, available for a period of four months in 2020 and
disseminated in the media. 306 surveys of girls and boys,
between 6 and 12 years old, from the province of La Pampa
were obtained.
Results: a reduction in physical activity during the pandemic
was observed in 27% of the sample group. Low consumption
of fish, nuts, legumes and seeds was evident. Only 15% of
those surveyed stated that they eat vegetables daily and 50%
fruits and dairy products. 40% consumed juices, sodas and
sugary drinks 3 to 4 times a week and 32% added salt to
their meals as a daily habit. 19% of the sample group said
that their diet was worsened during the pandemia. An increase in both, the hours of sleep and the hours in front of
the screens, was demonstrated. The increase in participation
in the preparation of home-cooked meals and family dining
was highlighted as positive. In relation to the anthropometric
data, the Body Mass Index indicated: 15% were overweight
and 7% obese. 70% were satisfied with their weight, 26%
would like to lose weight and 4% would like to increase it.
Conclusions: the low frequency of consumption of fruits
and vegetables could cause nutritional deficiencies. In general, the situation of confinement imposed by the health emergency, resulted in a deterioration of food quality and increasing sedentarism. The anthropometric results agree with the
Argentine studies of the prevalence of overweight and obesity and in turn alarm about the situation of body discomfort.
Key words: COVID-19; child nutrition disorders; feeding behavior; pandemics; child nutritional physiological phenomena.
INTRODUCCIÓN
Por la pandemia por COVID-19, en la provincia de
La Pampa, se implementaron varias medidas destinadas a limitar la propagación del virus como la cuarentena y el distanciamiento social1. Las consecuencias
de la pandemia en los hábitos alimenticios y la actividad física no se conocen con precisión2. Sin embargo,
el corte de la cadena de suministro de alimentos y el
temor a exponerse en el exterior de su vivienda pudieron limitar el acceso a alimentos frescos y motivar
un mayor consumo de alimentos y comidas no tan
saludables. También es posible que las personas hayan restringido la actividad física en lugares públicos,
como plazas y gimnasios, por temor al contagio3.
Un estudio en el Reino Unido4 encontró que un
amplio número de adultos refirió cambios negativos
en los patrones de alimentación y de actividad física
durante la pandemia. Por ejemplo, el 56% relató ingerir colaciones con mayor frecuencia y un porcentaje
considerable presentó obstáculos para el control del
peso corporal. Estas tendencias negativas fueron particularmente pronunciadas entre los participantes con
índices de masa corporal (IMC) más altos. De hecho,
durante la cuarentena, un estudio realizado en Argentina evidenció que el IMC más alto se asoció con niveles reducidos de actividad física, una alimentación de
menor calidad y una ingesta excesiva5. En referencia a
trastornos de salud mental, como consecuencia de la
crisis por COVID-19, no se asoció con IMC más alto;
sin embargo, fue un factor predictivo de alimentación
en exceso y de reducción de la actividad física6.
Una encuesta de hábitos durante la cuarentena
en la población argentina adulta7 demostró la modificación en los hábitos alimentarios en el período
de encierro, caracterizados principalmente por un
descenso en el consumo de alimentos con potencial
inmunomodulador como frutas y verduras, particularmente valorados por su contenido en vitaminas y
minerales. También hubo estudios que evidenciaron
un aumento en la ingesta de alimentos procesados
como panificados, golosinas y bebidas azucaradas8.
El uso de la tecnología constituye otro aspecto
relacionado con la alimentación y la actividad física
en la infancia. Jiao et al.9 reportaron dificultades en
la atención y el sueño, irritabilidad, apego y excesiva
preocupación como algunas de las condiciones psicológicas más comunes que presentaron los niños
durante la cuarentena. El entretenimiento mediático
se utilizó con gran éxito por las familias como un
medio para aliviar la angustia de sus hijos. Sin embargo, se sabe que el uso excesivo de pantallas promueve el sedentarismo y predispone a la obesidad10.
En nuestro país, el problema del sobrepeso y la
obesidad es preocupante y su prevalencia a lo largo
de los años muestra una tendencia ascendente en
todos los grupos etarios y sociales, particularmente
en los grupos de mayor vulnerabilidad social11,12,13.
Tanto el bajo peso como el sobrepeso y la obesidad
durante la niñez y la adolescencia se asocian con
consecuencias perjudiciales para la salud a lo largo
de la vida. Un correcto aporte nutricional en la infancia puede prevenir enfermedades cardiovasculares,
problemas ortopédicos, respiratorios, metabólicos,
inflamatorios e incluso algunos tipos de cáncer14.
La edad escolar se caracteriza por un crecimiento lento y estable debido a la progresiva madurez
bio-psicosocial. Es un período de gran variabilidad
interindividual de hábitos, incluidos el alimentario y
el de la actividad física, y con un aumento progresivo
de influencias externas a la familia, como los compa-
ñeros, los pares, la escuela y las tecnologías15.
En Argentina no se cuenta con una encuesta
nacional sobre el estado nutricional de la población
infantil. Hay información proveniente de diversos
estudios con objetivos, metodologías y criterios de
diagnóstico distintos. En el año 2005, Britos, et al.16
evidenciaron que el sobrepeso y la obesidad constituían un problema ya instalado desde temprana
edad, con una prevalencia cercana al 5% (obesidad)
y un sobrepeso que la duplicaba en prevalencia, presente en niños de diferentes niveles socioeconómicos. La información aportada por un estudio local
demuestra que aproximadamente el 32% de la población de niños de edad escolar de La Pampa tiene
exceso de peso y de ellos 12% evidencia obesidad13.
La Encuesta Alimentaria y Nutricional del Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires (2011)17 demostró que
uno de cada cuatro adolescentes no desayuna, uno de
cada tres adolescentes tiene exceso de peso, 46% sobrepeso y obesidad, 4,8% ingiere cinco porciones de
frutas, 44% no realiza actividad física fuera del colegio y 29,3% presenta hipertensión arterial. Siguiendo
esta línea, la última Encuesta Nacional de Factores de
Riesgo en población adulta (2018)18 estimó obesidad
en un cuarto de la población, indicador que aumentó
22% respecto de la edición 2013 y 74% en relación a
2005, y particularmente se evidenció que la provincia
de La Pampa posee uno de los índices nacionales más
elevados de obesidad y sobrepeso (38,5%).
OBJETIVOS
• Explorar los hábitos alimentarios de los niños
de entre 6 a 12 años en el período de pandemia
(frecuencia de consumo alimentos y bebidas, cantidad de comidas).
• Indagar los cambios en la alimentación y la actividad física durante la pandemia.
• Evaluar antropométricamente a los niños.
• Estimar la satisfacción corporal y los índices de
sobrepeso y obesidad.
• Describir hábitos que favorecen a la obesidad
(horas de sueño y frente a pantallas, sedentarismo,
comensalidad).
MATERIALES Y MÉTODOS
Desde la asignatura de Nutrición y Salud Humana de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales,
Universidad Nacional de La Pampa, se realizó una
encuesta como parte del proyecto de extensión universitaria. La misma se diseñó con un formulario de
Google Form, y se difundió en las redes sociales y
en los medios de comunicación de la Universidad
Nacional de la Pampa (UNLPam).
El formulario -que estuvo disponible desde el
27/9/20 hasta el 16/12/20- consistió en preguntas
sencillas, aunque se solicitó ayuda de los padres para
completarlo y un consentimiento informado. La encuesta fue de carácter anónima, confidencial y voluntaria. La información recopilada se empleó para fines
de investigación y se guardó con identificación. Para
la difusión de actividades de promoción de hábitos
alimentarios saludables y principales hallazgos de la
encuesta se proveyeron el E-mail y links de las redes
sociales de la Cátedra de Nutrición y Salud Humana.
Se incluyeron niñas y niños de 6 a 12 años residentes de la provincia de La Pampa que respondieron afirmativamente al consentimiento informado, con acceso
a la virtualidad y con capacidad para comprender las
consignas de la encuesta solos o con ayuda de terceros.
El presente estudio fue descriptivo y se utilizó una
encuesta que contenía varios ítems: datos demográficos (edad, sexo, localidad, escuela), antropométricos
(peso, expresado en Kg, talla, expresada en metros,
auto reportados y a partir de estos datos se calculó el
IMC para la edad y percentilo peso/edad y talla/edad),
percepción del estado de salud y de la satisfacción
del peso corporal, actividad física regular (tiempo y
regularidad), frecuencia de consumo de alimentos según grupos (incluyendo golosinas, jugos y gaseosas),
número de comidas diarias, cambios de hábitos en
la cuarentena (referidos a la alimentación, actividad
física, horas de sueño, horas frente a las pantallas),
sal agregada a la comida, alimentación especial, vegetarianismo, comensalidad (comidas en familia) y
participación en la preparación de las comidas. La
encuesta tuvo una prueba previa en un grupo de 10
niños con el fin de observar su utilidad y diseñar la
encuesta final. A continuación, se presentó ante los
referentes de Extensión Universitaria de la UNLPam
quienes dieron su autorización.
El diseño final contenía preguntas con respuestas
dicotómicas y con opciones múltiples. Para obtener
resultados comparables se optó generalmente por
preguntas cerradas, pero se advirtió a los encuestados que podían añadir sus comentarios en los apartados hechos para tal efecto. Se utilizó el programa
estadístico para el análisis descriptivo de los datos.
RESULTADOS
Se incluyó un total de 312 encuestas, y luego de
excluir las incompletas (N=2) y las que no brindaban
consentimientos (N=4) quedaron 306 encuestas.
Las características generales de la muestra fueron:
58,5% sexo femenino y 41,5% sexo masculino,
edad entre 6 y 12 años, pertenecientes a la provincia
de La Pampa, principalmente Santa Rosa, sin realizar
distinción entre colegios y barrios de la ciudad.
Cuando se preguntó sobre la salud en general,
más del 80% se consideró en una escala superior al
8, refiriéndose a cuán sano se estimaron, donde 0
era lo menos sano y 10 lo más sano (Gráfico 1). Un
70% contestó estar conforme con su peso actual,
26% le gustaría bajar de peso y 4% aumentar.
El 77,5% de la muestra refirió realizar actividad
física regularmente. El 60% ejercitaba dos a tres veces por semana y al menos una hora por vez, y el
11,8% nunca realizaba actividad física. Veintiocho
niños relataron que no realizaban actividad física
antes de la cuarentena, y este número creció a 112
durante dicho período (Gráfico 2).
Gráfico 1: Percepción del estado de la salud |
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0 menos sano; 10 más sano |
Gráfico 2: Realización de actividad física antes y durante la cuarentena |
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n=306 |
En el segmento destinado a la alimentación, el
75% de los encuestados realizaba más de cuatro comidas al día, siendo superior al 60% quienes consumían más de dos colaciones al día (aclarándose como
colaciones o snacks los alimentos que se ingieren
entre las cuatro comidas principales: desayuno, almuerzo, merienda y cena, por ejemplo, frutas, papas
fritas, galletitas, yogur, etc.). Estas colaciones las realizó el 75% de los encuestados durante más de tres/
cuatro días a la semana. El 80% había desayunado
ese día. Solo el 7,5% de los niños encuestados refirió
realizar algún tipo de dieta especial por alguna condición médica, y 1,6% marcó que era vegetariano.
Al preguntar sobre los grupos específicos de
alimentos, se reveló que el 36,9% consumía carne
roja, pollo o huevos al menos una o dos veces por
semana, pero más del 68,3% nunca consumía pescado. El 57,8% consumía diariamente leche, quesos
y/o yogur, el 41,1% en forma diaria almidones (pastas, arroz, pizza, empanada, papa, batata y choclo),
casi el 50% nunca consumió legumbres (lentejas,
porotos, garbanzos y/o arvejas) y aún más del 60%
nunca frutos secos (nueces, almendras, avellanas)
y/o semillas. En relación a las frutas, solo el 46,7%
lo hacía diariamente y de éstos, 60% elegía comer
más de dos/tres frutas por día (Gráfico 3). Solo el
15% de la población encuestada consumía verduras
todos los días distintas a la papa, batata y choclo, y
cuando elegían verduras el 50% declaró ingerir un
cuarto de plato por vez.
Al preguntar sobre el hábito del consumo de líquidos y la hidratación de los niños, se obtuvo la respuesta de que el 90% tomaba agua diariamente, con un
50% que bebía de tres a seis vasos por día. El 40%
tomaba jugos o gaseosas tres a cuatro veces por semana. Cuando se interrogó sobre la ingesta de golosinas
(aclarándose éstas como caramelos, chicles, alfajores,
chupetines y chocolates), un 10% refirió consumirlas
diariamente. Un 32,5 % de los niños mencionó agregar sal a las comidas.
Gráfico 3: Consumo de alimentos |
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En el segmento de la encuesta dedicada a evaluar
las modificaciones en los hábitos alimentarios y de
vida durante la pandemia, un 18,6% contestó que
su alimentación empeoró, 12% mejoró y 70% se
mantuvo igual. De los alimentos que aumentaron su
consumo, se destacó el aumento de comidas caseras,
agua y frutas. La ingesta líquida en general fue mayor
en la cuarentena (Gráfico 4). Frente a la pregunta de
cuáles eran los motivos para comer o beber, principalmente se evidenció que un alto porcentaje (40%) lo
hacía "porque sí o aburrimiento". La mayoría de los
encuestados realizaba las comidas antes de la pandemia en sus casas y durante la pandemia acompañados de sus padres y hermanos (70%), mientras que
un 33% de los niños participó en la preparación de
las comidas familiares. La pregunta sobre el uso de la
tecnología (televisor, teléfono celular, computadora,
PlayStation, etc.) reveló que casi un 35% transcurría
más de 4 horas por día frente a una pantalla y que el
63% dormía más horas al día que antes.
Gráfico 4: Aumento del consumo de alimentos durante la cuarentena |
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n=306 |
De los 306 encuestados, solo 264 informaron
su edad para la evaluación antropométrica. Con el
peso y la talla se calculó el IMC para la edad (tabla
de la Organización Mundial de la Salud, 2007)19. Se
obtuvieron los siguientes resultados: bajo peso el
4,2%, normal 73,9%, sobrepeso 15,1% y obesidad
6,8%. De acuerdo a la adecuación peso/edad según
las tablas de Lejarraga y Orfilia (1987), el 58,33%
presentaba valores saludables, 19,32% obesidad,
15,91% sobrepeso y 6,44% bajo peso. La Tabla 1
muestra la distribución porcentual de las categorías
de IMC según edad y sexo. Se notó mas prevalencia
de obesidad en el sexo femenino (55,56%) y de sobrepeso en el sexo masculino (55%). En relación a la
adecuación talla/edad, el 92,42% se encontraba en
el rango de normalidad y 7,58% presentó baja talla
(Tabla de longitud para la edad, República Argentina, Ministerio de Salud, 2007)20.
Tabla 1: Distribución porcentual de los grupos saludable, sobrepeso, obesidad y bajo peso según edad y sexo |
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DISCUSIÓN
Este trabajo permitió estudiar los hábitos alimentarios actuales en la niñez y dimensionar el impacto que la pandemia por COVID-19 provoca en
los aspectos nutricionales. Los resultados ponen en
evidencia la problemática y advierten la necesidad
de trazar programas de intervención y prevención
para futuras situaciones similares. Como se sabe,
por otras encuestas realizadas (UNICEF-COVID)21, el
mayor inconveniente de la pandemia reside en la dificultad de sostener y generar ingresos económicos
familiares, en particular aquellos con trabajos más
irregulares o precarios, donde no han podido garantizar una alimentación de calidad; esta situación podría agudizar la situación de inseguridad alimentaria
en el mediano y largo plazo.
En este estudio no se realizó una selección por nivel socioeconómico para observar discrepancias entre
algunas variables como el sobrepeso, la obesidad y
el consumo alimentario que están usualmente condicionadas, como se observó en otros estudios también
realizados en población infantil de La Pampa13.
En relación a la actividad física, se incrementó un
27% los niños y niños que no la realizaban, representando la pandemia un factor de riesgo para el
sedentarismo y la obesidad. Quizás esta situación
se explica porque los gimnasios y clubes permanecieron cerrados, los ingresos económicos reducidos
y los lugares públicos para realizar actividad fueron
escasos. Otras publicaciones22 obtuvieron resultados
coincidentes y explicaron que, aunque un 67% de
los encuestados reveló que se mantuvo activo durante el confinamiento, un 85% de los mismos indicó
que su nivel de actividad física fue menor que antes
del confinamiento. Estos mismos datos recogidos en
un estudio realizado por el Instituto de Salud Global
de Barcelona indicaron que, en abril de 2020, los españoles caminaron un 90% menos en comparación
con enero de 2020. Asimismo, la actividad física relacionada con el ocio y las salidas al parque se redujeron en un 92 y un 85% respectivamente23.
Si bien el confinamiento obligatorio resulta una
medida adecuada para evitar la propagación del virus, esta situación genera ansiedad, angustia, depresión y estrés que pueden asociarse a conductas de
vida no tan saludables y repercutir sobre la alimentación y la ganancia de peso. Entre los motivos más
nombrados para comer durante la pandemia fue el
aburrimiento o "porque sí". Esto podría relacionarse con la baja interacción social que predispone a
los niños a comer por estímulos emocionales como
tristeza, miedo y enojo. En relación al comer emocional, García et al.23 comprobaron que el 39,4% de
la población encuestada tuvo síntomas de ansiedad
durante el confinamiento, y de éstos, un 26,7% requirió calmarlos con la comida.
Por otra parte, durante la pandemia aumentó el
consumo de comidas caseras. El hecho de transcurrir
más tiempo en el hogar favoreció el hábito de cocinar y compartir la mesa con la familia. Incorporar
a los jóvenes en la preparación de los alimentos podría ayudar a que internalicen hábitos alimenticios
adecuados24 y adquieran formación sobre nutrición,
además de que desarrollen habilidades manuales,
comunicativas y de socialización. Dentro de la misma línea, un estudio longitudinal sobre desarrollo
infantil25 siguió a los niños a partir de los 5 meses de
edad y los padres reportaron sobre las comidas familiares a los 6 años de edad. A los 10 años, los padres,
los maestros y los niños mismos proveyeron información sobre los hábitos de estilo de vida y el bienestar
de los jóvenes. En comparación con los niños que no
tenían comidas familiares regularmente a los 6 años,
los que sí las tenían presentaban niveles más altos de
aptitud física, un consumo más bajo de gaseosas y
jugos, y mayores habilidades sociales a los 10 años.
También eran menos propensos a tener problemas
emocionales. Los hallazgos de este estudio sugieren
que las comidas familiares no solo son marcadores de
la calidad del ambiente del hogar, sino también objetivos fáciles para la educación de los padres sobre
cómo mejorar el bienestar de los niños26.
El consumo de gaseosas y jugos aumentó en la
cuarentena y la declaración de la ingesta fue alta
(40% las consumía tres a cuatro veces a la semana).
El consumo de agua igualmente se incrementó en la
cuarentena, pero si bien el 90% tomaba agua diariamente, solo el 50% bebía de tres a seis vasos por día.
Los jugos y gaseosas contienen un alto porcentaje
de azúcares simples y aditivos alimentarios con detrimento para el desarrollo de enfermedades crónicas
no transmisibles como la diabetes27. Por lo tanto, el
fomento del consumo recomendado diario de agua
en reemplazo por bebidas azucaradas es una meta a
seguir en la promoción de la salud de los escolares.
Como evidencian otras encuestas nacionales,
existe un porcentaje elevado de niños y niñas que
no consume pescado, quizás por la lejanía al mar
y/o ríos y/o la disponibilidad económica. Por otro
lado, respecto del consumo de alimentos con capacidad inmunomoduladora, existe una limitada variedad de ingesta de verduras y frutas, siendo éstas
restringidas a aquellas que más hidratos de carbono
tienen en su composición (papa, batata y choclo). El
consumo de frutas aumentó durante la cuarentena.
Sin embargo, según la declaración del consumo diario, solo el 47% ingería frutas diariamente y el 40%
de esta cifra no llegaba a cubrir la recomendación
de dos a tres frutas diarias28.
Solo el 57% de los niños consumía lácteos diariamente, lo cual afecta consecuentemente el aporte de calcio necesario para el desarrollo del sistema
óseo relevante en la niñez. Además, el hábito del
desayuno no estaba instalado en varios de los ni-
ños encuestados quizás porque dormían más horas.
Esta observación tiene implicaciones en el aporte
de nutrientes, especialmente calcio y proteínas. El
desayuno es importante en la alimentación para el
inicio del día, la concentración y el rendimiento29.
También es un protector de la obesidad ya que su
ausencia induce a realizar más picoteos durante el
día, los cuales generalmente son de alimentos de
bajo valor nutricional y alta densidad calórica30.
En relación a los datos antropométricos de la encuesta, un 21% presentó exceso de peso, factor de
riesgo reconocido para el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles31. Los niveles de obesidad están en el orden de lo esperado de acuerdo a
otros estudios argentinos32,33.
Al 26% de los niños le gustaría perder peso, lo
que evidencia un grado alarmante de insatisfacción
corporal que podría ser un factor de riesgo para los
trastornos de la conducta alimentaria. Duchin et. al
encontraron una asociación positiva entre la trayectoria del peso en la niñez y la satisfacción corporal34.
Por ende, se requeriría analizar si el descontento por
el cuerpo se relaciona con el grado de sobrepeso y
obesidad y/o con características psicológicas especí-
ficas de los escolares.
La encuesta permitió evidenciar un cambio en los
hábitos y rutinas, con alteraciones del sueño y un significativo aumento de las horas frente a pantallas, que
reflejó la inactividad física y conllevó a una situación de
mayor introspección. Un estudio demostró que cuanto
mayor era el tiempo delante de las pantallas a los 2 y 3
años, peor era el desempeño de estos niños a los 3 y 5
años cuando se les realizaba un test de desarrollo. Este
examen analiza su progreso en cinco dominios clave:
comunicación, habilidades motoras (gruesas y finas),
resolución de problemas y habilidades sociales34,35. Por
lo tanto, el uso excesivo de la tecnología podría interrumpir las interacciones sociales que son esenciales
para fomentar un crecimiento óptimo.
Una limitación de este estudio es el reducido
tamaño de la muestra para representar a la población de la provincia de La Pampa. También el perfil de la población alcanzada es cuestionable, con
predominancia de niños con un alto nivel educativo
y con acceso a Internet. Los modos de difusión de
la encuesta también fueron limitados. Otra consideración es que la encuesta requiere colaboración
del encuestado para responder con sinceridad y,
particularmente en la población infantil, también es
fundamental la concentración para responder a la
totalidad de los temas sin fatiga. Por otro lado, el
peso y la talla fueron auto reportados y no evaluados por un evaluador, representando limitaciones
en la interpretación de los resultados.
Tampoco fue posible evaluar con precisión los
tiempos que interpretaron los encuestados de pre
y pospandemia. Se estima que el punto de comparación es antes del mes de marzo 2020, en el cual
comenzaron las restricciones, y dentro de los meses
que completaron la encuesta. No pudo profundizarse cuáles eran las condiciones médicas que llevaron
al 7,5% a realizar una dieta especial y si el 1,6%
que refirió ser vegetariano estaba en este grupo y las
razones por las que optó este tipo de hábito alimentario. Es necesario investigar con mayor detalle la
situación que lleva a que el 26% de los encuestados
desee bajar de peso, inclusive sugiriendo proyectos
educativos de prevención en la temática.
CONCLUSIONES
Esta encuesta constituye una fuente reciente de
análisis de los hábitos alimentarios en el contexto
de la pandemia en la provincia de La Pampa. Los
hábitos alimentarios de los niños en el período de
pandemia acentuaron el consumo de alimentos de
escaso valor nutricional como los jugos y gaseosas, y
se resaltó la poca frecuencia de consumo de frutas y
verduras lo que predice deficiencias nutricionales. La
comensalidad (reunión de la familia a la hora de comer) y la participación en la preparación de comidas
fueron manifestaciones positivas en la pandemia. La
actividad física descendió, mientras que crecieron
las horas frente a la tecnología y el aumento de las
horas de sueño, siendo estas conductas las que favorecen el sedentarismo y la obesidad.
Los resultados antropométricos concuerdan con
los estudios argentinos de prevalencia de sobrepeso
y obesidad y, a su vez, alarman sobre la situación de
disconformidad corporal. Estos hallazgos revisten un
llamado de atención para los trabajadores de la salud infantil a fin de reforzar la ejecución de acciones
tanto preventivas como terapéuticas.
Conflictos de interés: las autoras declaran no
tener conflictos de interés.
Agradecimientos
Nuestro reconocimiento a la alumna becada
Ibarburen Cecilia por su participación en el análisis
de los datos antropométricos y al docente universitario Ramiro Pérez quien colaboró en el diseño de la
encuesta de Google Form.
El presente trabajo forma parte del Proyecto
de Extensión Universitaria "NUTRI-UNLPam va a
la escuela", Resoluciones Nº 022/15, Nº 354/19 y
Nº 66/20, Universidad Nacional de La Pampa.
Aclaración para los lectores
El material suplementario del presente artículo
se encuentra disponible en: www.revistasan.org.ar.
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