Vol.26 N°3 de 2025
EDITORIAL
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RESÚMENES
RESUMEN EJECUTIVO DEL DOCUMENTO TÉCNICO ELABORADO POR EL XXIII CONGRESO ARGENTINO DE NUTRICIÓN 2025
INDICE
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| Vol 26. N°3. 2025 | Julio-Septiembre de 2025 |
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RESUMEN EJECUTIVO DEL DOCUMENTO TÉCNICO ELABORADO POR EL XXIII CONGRESO ARGENTINO DE NUTRICIÓN 2025
https://doi.org/10.48061/SAN.2025.26.3.254
EL SISTEMA ALIMENTARIO EN LA ARGENTINA: SEGURIDAD ALIMENTARIA, DIETAS SALUDABLES Y SALUD AMBIENTAL
THE FOOD SYSTEM IN ARGENTINA: FOOD SECURITY, HEALTHY DIETS, AND ENVIRONMENTAL HEALTH
Sergio Britos1,2, Ayelén Borg1, Mariana Albornoz, Cecilia Simonetti1, Angela Zuleta3, Fernando Vilella4, Natalia Basso5, Mariana Batista1, Alberto Arribas6, Ileana Arriola6, María Soledad Cabreriso6, Martín Bruno7, Natalia Masferrer8, Claudia Albrecht9, Natalia Cervilla9, Gerardo Gasparutti10 y Marcela Leal11
| 1 |
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Buenos Aires, CABA |
| 2 |
Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA), CABA |
| 3 |
Facultad de Farmacia y Bioquímica, Universidad Nacional de Buenos Aires, CABA |
| 4 |
Facultad de Agronomía, Universidad Nacional de Buenos Aires, CABA |
| 5 |
Consultora independiente, CABA |
| 6 |
Universidad del Centro Educativo Latinoamericano, UCEL, Rosario, Santa Fe |
| 7 |
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, CABA |
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Universidad Católica de Córdoba, Córdoba |
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Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba |
| 10 |
Universidad Siglo XXI, Córdoba |
| 11 |
Red Académica de Investigación en Estilos de Vida Saludable, CABA |
INTRODUCCIÓN
La malnutrición en sus diversas formas persiste como un problema de salud en nuestro país. La dieta de vastos sectores poblacionales es poco variada y de limitada calidad nutricional. Verduras, frutas, legumbres y cereales integrales, yogur, leche, frutos secos y pescado son los principales consumos deficitarios mientras que los de panificados y harinas, feculentos en general, carnes rojas y alimentos de consumo ocasional presentan marcados excesos1. Al menos 26 millones de personas en Argentina viven con exceso de pesoa,2 y los niños desde sus primeros años tienen ingestas insuficientes en nutrientes fundamentales como hierro, vitamina D, ácidos grasos esenciales, calcio y zinc3. La inseguridad alimentaria alcanzó al 35,5% de los niños hasta 17 años en 20244.
Reducir la malnutrición en todas sus formas es un desafío que requiere múltiples acciones complementarias y coordinadas y que también pueden ser una vía para mitigar los efectos del cambio climático. Una mirada del conjunto del Sistema Alimentario implica atender los desequilibrios y desincentivos para dietas saludablesb que se originan desde la etapa de suministro; comprender y actuar sobre los entornos –físico, sociocultural, económico y regulatorio– y así alinear los incentivos que garanticen seguridad alimentaria y dietas saludables para toda la población e intervenir con eficacia sobre determinantes significativos del comportamiento alimentario de los consumidores.
1. Suministro y consumo de alimentosc
Los últimos registros de Hojas de Balance de Alimentos de FAO reflejan que nuestro país tiene una disponibilidad más que plena en comparación con el requerimiento medio poblacional, por encima de las 3300 kcal y 120 g de proteínas respectivamented,5. Sin embargo, esos valores no reflejan un abastecimiento o consumo consistente con dietas saludables. Las cantidades producidas de alimentos no cubren las cantidades mínimas de verduras, frutas, legumbres y lácteos, los mismos cuatro grupos de alimentos que las encuestas de consumo también identifican como las principales brechas alimentarias poblacionales1.
Producimos cantidades más que significativas de granos, aceites y carnes, pero ello no es sinónimo de un sistema alimentario que abastezca dietas saludables para el conjunto de la población de Argentina.
La distribución jurisdiccional de las cadenas productivas limita la posibilidad de cada provincia para abastecer localmente variedad de alimentos nutritivos a sus poblaciones. Solo tres provincias (Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe) son capaces de abastecer entre 15% y un tercio de los alimentos que integran una dieta saludable. Estos valores, que en definitiva reflejan la dispersión productiva de nuestro sistema alimentario implican ciertos límites a la capacidad de abastecer localmente y desde la cercanía una dieta variada a la población.
Las brechas alimentarias (déficits) son amplias y transversales al conjunto de la población, en especial entre los más pobres y los niños1. En términos de suministro y consumo de alimentos, las recomendaciones de guías alimentarias y dietas saludables no pueden ser solo declarativas, sino que deben guiar a los ámbitos en que se deciden objetivos estratégicos e incentivos productivos de nuestro sistema alimentario.
El desafío que enfrenta el componente de suministro y consumo alimentario es el cambio progresivo, pero sostenido del patrón alimentario poblacional, que a mediano y largo plazo resulte en un aumento significativo del consumo de verduras, legumbres, granos y cereales integrales, frutas y frutos secos, yogur y leche. Una disminución igualmente significativa del consumo de alimentos ocasionales y del exceso de panificados, harinas refinadas y feculentos en general y un cambio de preferencias que progresivamente favorezca un mayor equilibrio entre el alto consumo de carnes rojas y los bajos (consumos) de pescado, legumbres y cereales integrales.
2. Sistema y prácticas productivas
Nuestro sistema alimentario se caracteriza por la presencia de cadenas productivas diversas y complejas y por crecientes esfuerzos por disminuir las huellas de carbono y agua. En los últimos años se produjeron múltiples innovaciones de orden tecnológico, mejoras en la trazabilidad y adopción de prácticas sostenibles (ejemplo: siembra directa). Sin embargo, existen aún sectores con rezagos productivos y ambientales debido a múltiples causas: la alta carga impositiva diferencial que impacta en el sector agropecuario, las limitaciones para el acceso al crédito en particular en el sector de pequeños productores o los ciclos económicos adversos e inestables que afectan los incentivos. Además, persisten barreras de orden sociocultural que limitan la modificación de prácticas productivas tradicionales menos respetuosas del ambiente. Hay sectores que aún no perciben a la producción sostenible como un valor social y herramienta de competitividad y que por el contrario valoran más la productividad inmediata.
Un aspecto que merece atención es el impacto en la composición de las cosechas cuando la tasa de reposición de nutrientes del suelo es menor a su extracción.
La logística y el sistema de distribución de alimentos tienen impactos ambientales significativos que deben ser abordados para hacer más sostenible el sistema alimentario y contribuir a seguir reduciendo la huella ambiental del sector productivo.
La contribución e innovaciones en el campo de la bioeconomía, así como el cambio paradigmático que supone la economía circular se presentan como oportunidades estratégicas para no solo mejorar la competitividad del sector agropecuario sino potenciar la sostenibilidad del sistema alimentario.
El desafío que enfrenta el sistema y las prácticas productivas es un renovado compromiso con el suministro pleno de dietas saludables, manteniendo y acrecentando el que ya se observa con la sostenibilidad ambiental. Un sistema alimentario que contribuya a la seguridad alimentaria y a la nutrición requiere que se fortalezca de manera efectiva el compromiso por producir más y diversos alimentos nutritivos bajo prácticas respetuosas con el ambiente, en coordinación con esfuerzos eficaces que alienten en los consumidores comportamientos en favor de esos alimentos.
3. Reducción de pérdidas y desperdiciose
La reducción de pérdidas y desperdicios de alimentos (PDA) es clave para avanzar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente el que plantea reducir a la mitad el desperdicio per cápita y las pérdidas en la cadena alimentaria.
El Plan Nacional de Reducción de Pérdidas y Desperdicios (PNRPDA) ha promovido la generación de datos en sectores clave, aunque aún es necesario ampliar y sostener estas mediciones. Las organizaciones de rescate y donación de alimentos para consumo humano han crecido con diferentes grados de innovación, pero enfrentan altos costos logísticos que limitan su alcance.
Es necesario fortalecer la sensibilización del sector privado, integrando la prevención de PDA en políticas de sostenibilidad y certificaciones. Se destaca el avance en el relevamiento de datos de mermas en supermercados cadena, que permiten visibilizar diferencias por distribución geográfica, superficie de los locales, tipos de productos, cuestiones que demandan estrategias focalizadas. A su vez, el comercio minorista no integrado o tradicional representa un desafío por su diversidad y dispersión.
Finalmente, los primeros datos sobre desperdicio en hogares (72 kg por habitante/año) aportan insumos valiosos para diseñar políticas y acciones educativas que articulen con la agenda de nutrición y gestión de residuos, con mensajes claros hacia una ciudadanía más consciente6.
El desafío que enfrenta este componente se focaliza en continuar la senda ya iniciada por el PNRPDA, ampliando la generación de indicadores en sectores estratégicos e integrando sus resultados con las estrategias de Educación Alimentaria y Nutricional en relación con la prevención de PDA.
4. Entorno económico. Precios y acceso a dietas saludablesf
Hemos analizado el período comprendido por los últimos 7 años, coincidentes con el inicio de una situación social y económica que agravó los indicadores de pobreza e inseguridad alimentaria en amplios sectores de la población. A pesar del último tramo caracterizado por una fuerte desaceleración de la inflación y estabilidad macroeconómica, la situación de los hogares más vulnerables y de los niños continúa siendo comprometida.
En la mayor parte del período analizado (enero 2018 - junio 2025), los precios de los alimentos más nutritivos fueron superiores a los de menor calidad nutricional (en términos de índices de precios relativos y en valores absolutos por kilo o por calorías). En un contexto de alta inflación y pobreza, ese comportamiento diferencial seguramente contribuyó al deterioro de la variedad y calidad de dieta de los hogares de menores ingresos –desde un punto de partida ya de por sí comprometido ya que, según datos publicados, en 2018 solo un 11% de los hogares realizan dietas de buena calidad nutricional–.
La Canasta Básica de Alimentos (CBA) es notoriamente insuficiente como referencia de alimentación saludable. En todo el período analizado el costo de los alimentos nutritivos de una dieta saludable (sin considerar los gastos en alimentos de consumo ocasional) superó en promedio en un 37% el valor informado de la CBA. Comprar 100 calorías (kcal) provenientes de los mejores alimentos es casi 7 veces más caro que la misma cantidad de calorías a base de panificados, arroces o harinas o casi 3 veces más que las de alimentos de consumo ocasional.
Sin embargo, aproximadamente el 40% de estos valores no reflejan lo que le cuesta al sistema alimentario producirlos, transformarlos o distribuirlos, sino representa la presencia fiscal del Estado en la mesa de los argentinos. La carga tributaria de los alimentos es muy alta.
Los retos del entorno económico son múltiples. El más urgente es superar la inseguridad alimentaria de las personas que conviven con ella –en especial los niños–. Sin embargo, la mejoría de la seguridad alimentaria no debería limitarse a alimentos básicos sino a aquellos de alta densidad nutricional.
El desafío de este componente es generar instrumentos e incentivos que logren disminuir los precios relativos y aumentar el acceso a los alimentos más nutritivos y deficitarios. En ese sentido, sería deseable que la prestación AlimentAr recupere el carácter alimentario que perdió al ser reemplazada por una transferencia genérica de ingresos. Y que, en el marco de la reforma tributaria pendiente, se analicen formas creativas y focalizadas para aliviar la carga impositiva de los alimentos más nutritivos en la población beneficiaria de programas sociales alimentarios (ej.: a través de reintegros por medios electrónicos al comprar alimentos). Finalmente, el estándar económico de la alimentación debería ser el costo de dietas saludables, que responde a mejores estándares de variedad, equilibrio entre grupos alimentarios y densidad de nutrientes.
5. Entorno regulatorio. Etiquetado Frontal de Alimentos
Nos encontramos a casi dos años de la implementación efectiva del Etiquetado Frontal de Alimentos (EFA) en su etapa definitiva. Según dos estudios recientes7,8, el conocimiento y acuerdo con la existencia del EFA parecen tener amplia aceptación. Al menos la mitad de las personas consideran usarlo al momento de comprar, aunque un 30% aproximadamente seguiría comprando lo mismo (a lo que hay que agregar el otro 50% que manifiestan usarlo poco o nada). No existe aún certeza acerca de resultados en la dimensión de cambios efectivos en las compras atribuibles a la utilización del EFA; por lo tanto, tampoco conocemos qué está sucediendo con el consumo de alimentos con sellos y la calidad de dieta luego de la regulación del etiquetado frontal. Han existido avances por parte de la industria al reformular alimentos para disminuir el contenido de nutrientes críticos.
Es indispensable seguir evaluando el comportamiento de los consumidores como respuesta a la información del EFA y reforzar su implementación con mensajes educativos –hasta hoy insuficientes– que faciliten a los consumidores una completa información sobre las mejores elecciones y combinaciones posibles de los alimentos envasados y sus alternativas: productos similares sin sellos o alimentos frescos no impactados por el EFA.
Más allá del EFA, otros aspectos de la Ley son menos conocidos, pero igualmente importantes como la promoción de alimentación saludable en las escuelas. Sin embargo, poco se conoce hasta el momento acerca de nuevos contenidos educativos que debieron ser incorporados en concordancia con la Ley y con las Guías Alimentarias para la Población Argentina. Tampoco se conoce el grado de avance en la aplicación de las previsiones de la Ley en los entornos escolares en cuanto a los alimentos ofrecidos o comercializados al interior de las escuelas.
El desafío que enfrenta el EFA es demostrar efectividad en el logro sostenido de mejores compras y reemplazos de alimentos de menor calidad por otros de mayor valor nutricional. De esa manera, el etiquetado frontal podrá contribuir a mejorar la calidad de la dieta poblacional, acompañado de acciones educativas que amplíen y optimicen su utilización, junto con otras medidas que incidan en la oferta y el acceso a alimentos nutritivos y dietas saludables.
6. Entorno social-nutricional: Programas y Políticas Alimentarias
Los comedores escolares siempre han representado un componente fundamental para sostener la seguridad alimentaria. Sin embargo, aún hoy enfrentan desafíos en términos de mejoría de la calidad nutricional, eficiencia en la gestión de compras, logística y abastecimiento en cada escuela y dispositivos de capacitación continua y monitoreo y evaluación9.
Los comedores comunitarios, impulsados por la sociedad civil, funcionan con altos márgenes de informalidad y sus objetivos y operación están orientados más a actuar como red de contención en contextos de emergencia alimentaria que a una real mejora de la nutrición.
La versión original de la Prestación AlimentAr (Tarjeta) representó un avance en la casi completa institucionalización de las transferencias monetarias, amplia cobertura y carácter alimentario. La pérdida de este último rasgo limita su potencial para mejorar la calidad nutricional de la dieta. El Programa nunca se caracterizó por acciones sostenidas de Educación Alimentaria y Nutricional. Modificar y potenciar este componente podría mejorar su impacto en la dieta de su población beneficiaria.
La estrategia de atención y cuidado de la nutrición en la primera infancia se encuentra en estado de reformulación siguiendo los lineamientos establecidos por las Leyes 27611 (Mil Días) y 26233 (Centros de Desarrollo Infantil). En la actualidad la incertidumbre en la provisión de insumos alimentarios clave (leches fortificadas y leches de fórmula), algunas fragilidades en la atención y consejería en un momento trascendente (alimentación complementaria) y –del mismo modo que en el caso de la Prestación AlimentAr– el carácter no alimentario (solo transferencia genérica) del Apoyo Alimentario 1000 Días ($ 42,500 mensuales) limitan la posibilidad de que el mismo efectivamente se traduzca en alimentos saludables para los niños menores de 3 años según establece la Ley.
Un aspecto relevante es la interrupción del tradicional Programa ProHuerta, el que a través de sus cuatro décadas de historia constituyó una experiencia valiosa y reconocida por su impulso a la producción local, soberanía alimentaria y fortalecimiento comunitario. Si bien no contó con evaluaciones sistemáticas y su alcance pudo haber sido limitado, su eventual reactivación podría constituir una estrategia coherente con los objetivos de promover sistemas alimentarios sostenibles.
El desafío que enfrentan las políticas alimentarias es avanzar en forma decidida hacia uno o unos pocos programas alimentarios que superen la amplia fragmentación, prioricen a los niños –en especial el embarazo y los primeros años de vida– y con un foco efectivo en las brechas alimentarias conocidas y en la calidad nutricional. Cada peso invertido en programas alimentarios debería medirse en efectividad alcanzada en medidas de calidad nutricional y de disminución de prevalencia de malnutrición en sus distintas formas.
7. Cambios comportamentales en consumidores - Educación Alimentaria y Nutricional
Transformar los comportamientos colectivos hacia una alimentación más saludable y sostenible exige superar múltiples desafíos estructurales y culturales. La educación es un eje estratégico, pero su impacto se ve limitado cuando permanece en el plano declarativo o aislado de otras políticas públicas integrales. Las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA), aunque representan un instrumento técnico valioso, han tenido una escasa trascendencia por la falta de implementación efectiva, insuficiente articulación con otras políticas públicas y baja apropiación social. Para incidir de forma efectiva en los patrones de consumo, la educación debe articularse con intervenciones en los entornos alimentarios y con políticas intersectoriales.
Esto implica incorporar contenidos sobre educación alimentaria pero también sostenibilidad en sus dimensiones social, ambiental y económica, y generar oportunidades concretas de aprendizaje en escenarios reales como huertas, comercios, entornos escolares y espacios comunitarios. El desarrollo de habilidades culinarias y la revalorización de saberes tradicionales permite hacer tangibles recomendaciones que, de otro modo, pueden parecer abstractas y fortalece el vínculo con los alimentos y su origen. Las guías alimentarias, por su parte, deben actualizarse periódicamente, comunicarse de forma efectiva, articularse con políticas públicas (no solo de salud y educación sino también productivas) y adaptarse a las características y necesidades de distintas poblaciones, como niños, adolescentes o personas que realizan patrones alimentarios alternativos a los más tradicionales, para ser culturalmente relevantes y alcanzables. El reto es asegurar planificación intersectorial, inversión sostenida, formación de actores clave y mecanismos de evaluación que permitan concretar su potencial transformador en acciones efectivas y un cambio cultural genuino hacia patrones y sistemas alimentarios más justos y sostenibles.
El desafío de este componente es avanzar hacia un paradigma educativo transformador, en todos los niveles de la educación formal y en las estrategias dirigidas a la población general, que trascienda el consejo informativo y promueva competencias prácticas en alimentación a lo largo de todo el curso de vida, favoreciendo la autonomía y el pensamiento crítico. Asimismo, resulta fundamental que las guías alimentarias se conviertan en un efectivo instrumento que, más allá de su función educativa constituya el estándar normativo de las políticas alimentarias.
Notas de autor
a. Elaboración propia con base a datos de la 2da Encuesta Nacional de Nutrición y Salud.
b. Según la cumbre de la ONU para Sistemas Alimentarios (2021), las dietas saludables son las que promueven la salud y previenen enfermedades. Proporcionan cantidades adecuadas, sin exceso, de nutrientes y sustancias beneficiosas para la salud provenientes de alimentos nutritivos, y evita el consumo de sustancias perjudiciales para la salud.
c. Los datos de esta sección son elaboración propia y están disponibles en la versión completa de este documento.
d. Datos de Hojas de Balance de FAO, FAOSTAT.
e. Colaboraron en esta sección Matías Bruschetti, Paula Gómez y Mariana Brkic.
f. Los datos de esta sección son elaboración propia y están disponibles en la versión completa de este documento.
REFERENCIAS
- Britos, S & Albornoz, M (2022). ¿Cómo comen los argentinos ?: Consumos, brechas y calidad de dieta. DIAETA, Vol 40, e22040008. https://diaeta.aadynd.org.ar/index.php/2022/article/view/12
- Secretaría de Gobierno de Salud. (2010). 2da Encuesta Nacional de Nutrición y Salud. Recuperado de: https://fagran.org.ar/wp-content/uploads/2020/01/Encuesta-nacional-de-nutricion-y-salud.pdf
- Albornoz, M, Britos, S, Cabreriso, S & Kenny, P (2025). Inadecuaciones dietéticas en niños menores de 2 años en Argentina. Recomendaciones e intervenciones y una perspectiva de costo-efectividad. Actualización en Nutrición, Vol. 26 (1): 103-110. https://www.revistasan.org.ar/pdf_files/trabajos/vol_26/num_1/RSAN_26_1_36.pdf
- González Sisto, V, Tuñón, I & Salvia, A. (2025). Inseguridad alimentaria en la infancia argentina: un problema estructural observado en la coyuntura actual. (Documento de investigación). Universidad Católica Argentina. https://wadmin.uca.edu.ar/public/ckeditor/
Observatorio%20Deuda%20Social/Documentos/2025/OBSERVATORIO_DOCUMENTO_INVESTIGACION_IA_INFANCIA.pdf
- Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Balances alimentarios. Recuperado de: FAOSTAT.
- Secretaría de agricultura, ganadería y pesca. (2025) Primera medición del desperdicio de alimentos en el sector de hogares de Argentina. https://alimentosargentinos.magyp.gob.ar/HomeAlimentos/PDA/documentos/Informe_completo_PDA_IDA_Hogares_arg.pdf
- Ministerio de Salud Argentina. (2023). Informe de resultados: Estudio de opinión pública sobre la implementación de la ley 27.642 de promoción de la alimentación saludable. Dirección Nacional de Abordaje Integral de Enfermedades No Transmisibles. https://www.fagran.org.ar/wp-content/uploads/2023/12/informe_alimentacion_saludable_7122023.pdf
- UNICEF/FIC Argentina (2024). Valoración de los efectos de la Ley de Promoción de Alimentación Saludable. https://www.unicef.org/
argentina/media/22271/file/Valoraci%C3%B3n%20de%20los%20efectos%20de%20la%20Ley%20de%20Promoci%C3%B3n%20de%20Alimentaci%C3%B3n%20Saludable.pdf.pdf
- Britos, S, Diaz Langou, G, Veleda, C, Florito, J, Chichizola, N & Acuña, M (2016). Lineamientos para una Política Federal de Alimentación Escolar. https://www.cippec.org/publicacion/lineamientos-para-una-politica-federal-de-alimentacion-escolar/#:~:text=
CIPPEC%20y%20CEPEA%20presentan%20este%20documento%20que%20contiene,como%20nivelador%20de%20la%20calidad%20de%20las%20prestaciones
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