Vol.26 N°3 de 2025
EDITORIAL
ARTÍCULOS ORIGINALES
ARTÍCULOS DE REVISIÓN
RESÚMENES
RESUMEN EJECUTIVO DEL DOCUMENTO TÉCNICO ELABORADO POR EL XXIII CONGRESO ARGENTINO DE NUTRICIÓN 2025
INDICE
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| Vol 26. N°3. 2025 | Julio-Septiembre de 2025 |
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ARTÍCULOS ORIGINALES
https://doi.org/10.48061/SAN.2025.26.3.131
CONSUMO DE ALIMENTOS ULTRAPROCESADOS EN ADULTOS ARGENTINOS Y SU ASOCIACIÓN CON VARIABLES SOCIODEMOGRÁFICAS, Y SALUD AUTORREPORTADA
CONSUMPTION OF ULTRA-PROCESSED FOODS IN ARGENTINE ADULTS AND ITS ASSOCIATION WITH SOCIODEMOGRAPHIC VARIABLES AND SELF-REPORTED HEALTH
Ignacio Méndez1 y María Victoria Fasano1,2
| 1 |
Instituto de Desarrollo e Investigaciones Pediátricas (IDIP), Hospital Interzonal de Agudos especializado en pediatría "Sor María Ludovica"/CICPBA, La Plata, Buenos Aires, Argentina |
| 2 |
Centro de Matemática de La Plata (CMaLP), Facultad de Ciencias Exactas, UNLP/ CICPBA, La Plata, Buenos Aires, Argentina |
Correspondencia: Ignacio Méndez
E-mail: ignacioagustinmg@gmail.com
Presentado: 27/06/25. Aceptado: 21/8/25
RESUMEN
Introducción: El consumo de alimentos ultraprocesados (AUP), ha sido vinculado a diversas enfermedades crónicas y es un marcador de la calidad de la dieta poblacional. Los factores sociodemográficos asociados al consumo de AUP en Argentina han sido poco explorados. Objetivo: Describir el consumo de AUP en adultos argentinos y su asociación con variables sociodemográficas y de salud autorreportada. Métodos: Estudio transversal basado en un análisis secundario de los datos de la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS 2, 2018-2019). Se incluyeron 7.294 adultos (≥18 años). Se analizaron variables sociodemográficas, de salud autorreportada y consumo alimentario, clasificando los alimentos según el sistema NOVA. Se estimó el porcentaje de energía proveniente de alimentos ultraprocesados (AUP) y su asociación con características sociodemográficas y de salud. Resultados: En promedio, el 28,1% de la energía provino de AUP. Este consumo fue mayor en adultos jóvenes, con mayor nivel educativo e ingresos. También se observaron diferencias regionales: las regiones Cuyo y Centro presentaron mayores porcentajes de AUP, mientras que NEA mostró el más bajo. Inesperadamente, las personas que reportaron mejor salud autopercibida y ausencia de enfermedades crónicas consumieron más AUP, posiblemente por su perfil sociodemográfico. Conclusión: En Argentina, el consumo de AUP se concentra en sectores de mayores ingresos y regiones más urbanizadas, lo que refleja una transición nutricional desigual. Los hallazgos destacan la necesidad de políticas públicas que restrinjan el consumo de AUP e incentiven el acceso a alimentos saludables, en especial para los sectores más vulnerables.
Palabras clave: Argentina, alimentos ultraprocesados, Encuesta Demográfica y de Salud.
ABSTRACT
Introduction: The consumption of ultra-processed foods (UPF) has been linked to various chronic diseases and is considered a marker of population dietary quality. The sociodemographic factors associated with UPF consumption in Argentina have been little explored. Objective: To describe UPF consumption among Argentine adults and its association with sociodemographic and self-reported health variables. Methods: A cross-sectional study based on secondary analysis of data from the Second National Nutrition and Health Survey (ENNyS 2, 2018–2019). A total of 7,294 adults (≥18 years) were included. Sociodemographic variables, self-reported health status, and dietary intake were analyzed, classifying foods according to the NOVA system. The percentage of energy intake from UPF and its association with sociodemographic and health characteristics were estimated. Results: On average, 28.1% of total energy intake came from UPF. Consumption was higher among younger adults, those with higher educational levels, and higher incomes. Regional differences were also observed: the Cuyo and Central regions showed the highest UPF intake, while the NEA region had the lowest. Paradoxically, individuals reporting better self-perceived health and no chronic conditions consumed more UPF, likely due to their sociodemographic profile. Conclusion: In Argentina, UPF consumption is concentrated among higher-income groups and more urbanized regions, reflecting an uneven nutritional transition. These findings underscore the need for public policies that limit UPF consumption and promote access to healthy foods, particularly for the most vulnerable populations.
Keywords: Argentina, Ultraprosseced Foods, Demographic and Health Survey.
INTRODUCCIÓN
La dieta es uno de los principales factores de riesgo de morbimortalidad, que impacta especialmente en la carga de enfermedades crónicas no transmisibles y sus factores de riesgo asociados1-3. En las últimas décadas, los patrones alimentarios han transicionado hacia una "occidentalización" caracterizada por un mayor consumo de carnes rojas, sodio, grasas, azúcares, granos refinados y alimentos ultraprocesados, lo que ha contribuido significativamente al aumento de la obesidad y de otras formas de malnutrición por exceso4.
Los alimentos ultraprocesados (AUP) fueron definidos originalmente por Monteiro en el marco de la clasificación NOVA, la cual organiza los alimentos según su grado de procesamiento en cuatro grupos5. El grupo 1 incluye alimentos no procesados o mínimamente procesados, es decir, aquellos que han sido sometidos a procesos industriales simples como limpieza, molienda, refrigeración o congelación, con el fin de facilitar su almacenamiento o preparación. Este grupo abarca alimentos como frutas, verduras, granos, legumbres, carnes, leche, café, té y agua. El grupo 2 está compuesto por ingredientes culinarios procesados, como aceites, manteca, azúcar, sal y almidón, que se obtienen a partir de alimentos del grupo 1 o de la naturaleza mediante procesos como prensado o refinamiento, y se utilizan para cocinar o condimentar. El grupo 3 comprende alimentos procesados, elaborados mediante la adición de ingredientes del grupo 2 a alimentos del grupo 1, con el propósito de aumentar su durabilidad o mejorar su sabor. Ejemplos representativos son vegetales enlatados, frutas en almíbar, panes artesanales, quesos y carnes curadas o ahumadas. Finalmente, el grupo 4 incluye a los alimentos ultraprocesados propiamente dichos: formulaciones industriales listas para consumir o calentar, compuestas por ingredientes derivados de alimentos y aditivos cosméticos (como colorantes, saborizantes o emulsionantes), que buscan imitar o potenciar las características sensoriales de los alimentos naturales. Este grupo abarca productos como bebidas azucaradas, snacks, golosinas, cereales para el desayuno, panes y pastelería industrializados, productos precocinados o congelados (como pizzas, hamburguesas, nuggets) y postres, entre otros.
Desde la introducción de la clasificación NOVA, se ha acumulado una cantidad significativa de evidencia que vincula un mayor consumo de alimentos ultraprocesados (AUP) con una menor calidad de la dieta, alteraciones del estado nutricional, y una mayor incidencia de efectos adversos para la salud, incluyendo obesidad, diabetes tipo 2, trastornos psicológicos, enfermedades cardiovasculares e incluso un aumento en la mortalidad6,7. Actualmente, la proporción de energía proveniente de alimentos ultraprocesados se ha consolidado como un indicador de la calidad de la dieta a nivel poblacional8.
Inicialmente, la transición hacia patrones alimentarios occidentalizados y las altas tasas de obesidad se observaron en países de altos ingresos, asociadas al desarrollo económico y la urbanización9. Sin embargo, este proceso se ha acelerado en países de ingresos bajos y medios, evidenciado por un aumento sostenido de la obesidad y del consumo de alimentos poco saludables10,11.
En América Latina, la transformación del sistema alimentario ha favorecido el acceso y disponibilidad de alimentos ultraprocesados. Este cambio se relaciona con la globalización del comercio, el crecimiento de cadenas de supermercados, estrategias de marketing agresivas y cambios en los estilos de vida urbanos que reducen el tiempo para cocinar12.
En líneas generales, la evidencia sugiere que el consumo de alimentos ultraprocesados está en aumento en regiones de ingresos bajos y medios. Sin embargo, el caso de Argentina presenta una evolución más compleja: mientras algunas fuentes indican un descenso en las ventas de ciertos AUP13, otras señalan un incremento en el consumo aparente, especialmente entre los sectores de mayores ingresos y con marcadas diferencias regionales14. Por otra parte, los análisis de la primera y la segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS), realizadas en 2005 y 2018–2019, respectivamente, muestran que el porcentaje de energía proveniente de alimentos ultraprocesados se ha mantenido relativamente estable a lo largo del tiempo15,16.
Además del nivel de ingresos, factores como la educación, la región de residencia y la edad también pueden influir en el consumo de AUP17. Identificar qué grupos se encuentran más expuestos al consumo de AUP es clave para el diseño de políticas públicas focalizadas. No obstante, aún se requiere un análisis exhaustivo de los determinantes del consumo de AUP en la población adulta argentina. Por lo tanto, el objetivo de este estudio es describir el consumo de AUP en adultos argentinos y su asociación con variables sociodemográficas, y salud autorreportada a partir de los datos de la ENNyS 2.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó un estudio de corte transversal a partir de un análisis secundario de los datos de la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS 2). Esta encuesta fue aplicada a individuos residentes en hogares particulares de localidades urbanas de Argentina con 5.000 habitantes o más, entre los años 2018 y 2019. Las bases de datos de la ENNyS 2 son de acceso público y contienen información sociodemográfica, estado de salud autorreportado, así como datos sobre ingesta de alimentos y nutrientes, recolectados mediante recordatorios de 24 horas. Para el presente estudio se incluyeron individuos mayores de 18 años con información completa sobre variables sociodemográficas y de consumo alimentario.
Para cada individuo se extrajo la siguiente información de las bases de datos: sexo, edad, región (Gran Buenos Aires, Centro, Noreste, Noroeste, Cuyo y Patagonia), nivel educativo (agrupado en hasta secundario incompleto y secundario completo o superior), tipo de cobertura de salud (pública exclusiva, obra social o prepaga) y nivel de ingresos según quintiles. También se determinó el estado nutricional mediante el cálculo del índice de masa corporal (IMC), definido como peso (kg)/talla² (m²). Según los valores obtenidos, los individuos fueron categorizados en bajo peso (< 18,5), normopeso (18,5-24,9), sobrepeso (25-29,9) y obesidad (≥ 30). También se incluyeron variables de salud autorreportada: se consideró la percepción subjetiva del estado de salud, clasificada en cinco categorías (Excelente, Muy buena, Buena, Regular y Mala). Asimismo, se registró la presencia o ausencia de diversas condiciones de salud autorreportadas, entre ellas: diabetes, hipertensión (o presión arterial elevada), dislipemia (niveles elevados de colesterol o triglicéridos), anemia, cardiopatía, obesidad.
Consumo de alimentos ultraprocesados
Para evaluar el consumo de alimentos según su grado de procesamiento, se utilizó la información de ingesta obtenida a partir del primer recordatorio de 24 horas, administrado a la totalidad de los participantes. Un segundo recordatorio fue aplicado a un subgrupo de la muestra; sin embargo, dado que esta práctica suele emplearse para ajustar la estimación de ingesta usual de micronutrientes, en el presente análisis se consideraron únicamente los datos del primer recordatorio.
Con el objetivo de estimar el porcentaje de energía proveniente de alimentos ultraprocesados (AUP), los alimentos y bebidas reportados fueron clasificados de acuerdo con el sistema NOVA, en las siguientes cuatro categorías: (1) alimentos mínimamente procesados, (2) ingredientes culinarios, (3) alimentos procesados y (4) alimentos ultraprocesados. Para estimar el aporte energético de cada ítem consumido, se utilizó la base de composición nutricional Sistema de Análisis y Registro de Alimentos 2, desarrollada y empleada en la ENNyS 2. Finalmente, se calculó la proporción de energía total correspondiente a cada uno de los grupos definidos por la clasificación NOVA.
Análisis
Los análisis estadísticos se realizaron con el software R (versión 4.3.0), considerando el diseño de muestra compleja, incluyendo los ponderadores, la estratificación y los conglomerados, según lo establecido en el esquema de muestreo de la encuesta. Las variables cualitativas se describieron mediante porcentajes con su respectivo intervalo de confianza del 95% (IC 95%). Las variables cuantitativas se informaron como media junto con su IC 95%.
La relación entre el porcentaje de energía proveniente de AUP y las variables sociodemográficas y de salud autorreportadas se analizó mediante la prueba t de Student cuando se compararon dos grupos, y mediante ANOVA en el caso de tres o más grupos. Cuando se hallaron diferencias significativas entre más de dos grupos, se realizaron comparaciones de a pares con corrección del p-valor mediante el método de Bonferroni. Se consideró estadísticamente significativo un p-valor < 0,01 para todas las pruebas realizadas.
Aspectos éticos
Este trabajo constituye un análisis secundario de los datos de la ENNyS 2 los cuales son de acceso público18. De acuerdo con el manual metodológico de la ENNyS 2, la encuesta original fue avalada por el Comité de Ética Ad- Hoc de la Dirección de Investigación para la Salud, de la Secretaría de Gobierno de Salud, Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación. Se solicitó la firma de un consentimiento informado a todos los individuos previo a su participación.
RESULTADOS
La muestra analizada estuvo compuesta por 7.294 individuos, representativos de 24.496.908 adultos argentinos a nivel nacional. De ellos, el 54,5% eran mujeres y el 45,5% varones, con una edad media de 43,1 años. La mayoría de los participantes contaba con cobertura de obra social o prepaga (60,2%) y nivel educativo secundario completo o superior (50,6%) (Tabla 1).
| Tabla 1: Características sociodemográficas y salud autorreportada de adultos argentinos. ENNyS2, 2018–2019 |
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El análisis del consumo energético reveló que, en promedio, un 28,1% de la energía diaria provino de alimentos ultraprocesados (AUP), un 18,6% de alimentos procesados, un 16,9% de ingredientes culinarios y un 36,3% de alimentos mínimamente procesados (Tabla 2). Las mujeres presentaron un mayor consumo de alimentos mínimamente procesados e ingredientes culinarios, mientras que los varones consumieron más alimentos procesados. No se observaron diferencias significativas entre sexos en el consumo de AUP.
Sin embargo, sí se identificaron diferencias estadísticamente significativas según región, nivel educativo e ingreso. El consumo de AUP fue mayor en personas con educación secundaria completa o superior (30,4% vs. 25,8%, p<0,001). También fue mayor en el quintil de mayores ingresos en comparación con los quintiles 1 y 2 (30% vs 27% y 26,5% respectivamente). En relación con la región, las diferencias significativas se observaron principalmente entre la región de Cuyo (con el valor más elevado, 30,5%) y casi todas las demás regiones, excepto Centro. Asimismo, la región Centro mostró diferencias significativas en comparación con NEA, que presentó el consumo más bajo (25,8%).
| Tabla 2: Consumo de energía según clasificación NOVA y características sociodemográficas |
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Al comparar la edad según cuartiles de consumo de energía proveniente de AUP, se observó una tendencia decreciente a medida que aumentaba el consumo. En los tres primeros cuartiles, la edad media se mantuvo relativamente similar (45,2; 44,8 y 43,1 años, respectivamente), mientras que en el cuarto cuartil se registró una media edad significativamente menor (39,5 años; p < 0,001). Por el contrario, no hallamos diferencias en la media de IMC entre los cuartiles de energía provenientes de AUP (Tabla 3).
| Tabla 3: Edad e IMC según cuartiles de consumo de energía de alimentos ultraprocesados |
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En cuanto a la salud autopercibida, las personas que percibían su estado de salud como "muy bueno" presentaron mayor consumo de AUP respecto de los que lo percibían como "regular" (30,0% vs 26,1%; p<0,001). En cuanto a las condiciones de salud autorreportadas, se observó un menor consumo de AUP en aquellos que refirieron padecer diabetes, hipertensión y cardiopatías (p<0,001) (Tabla 4).
| Tabla 4: Consumo de energía según clasificación NOVA y salud autorreportada |
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DISCUSIÓN
De acuerdo con nuestro análisis, en la población adulta argentina el consumo de alimentos AUP representa entre un cuarto y un tercio de la energía total. Estos resultados son consistentes con otros estudios basados en los datos de ingesta de la ENNyS 219, y estimaciones derivadas de las encuestas nacionales de gasto de los hogares (ENGHo)20.
Los resultados señalan un mayor consumo de AUP en adultos jóvenes, con mayor nivel educativo e ingresos. Este patrón sugiere que Argentina comparte características con países de ingresos bajos y medianos, donde el consumo a AUP suele estar restringido por su costo, siendo más accesible entre los sectores con mayor poder adquisitivo. Por el contrario, en países de ingresos altos, el consumo de AUP tiende a ser más prevalente en los sectores de menor nivel socioeconómico, debido a su bajo precio relativo y amplia disponibilidad21. Un análisis de consumo aparente de alimentos y bebidas basado en la última encuesta de gastos de hogares (2017-2018) coincide con nuestros hallazgos, describiendo un mayor consumo aparente de AUP en hogares de mayores ingresos, nivel educativo y sin presencia de adultos mayores20. En este contexto, el perfil observado en Argentina podría reflejar una etapa de transición nutricional, donde los AUP forman parte de las dietas de sectores con mayores recursos y estilos de vida urbanos. Asimismo, se observó un mayor consumo de AUP en regiones Centro y Cuyo que podría vincularse con mejores indicadores socioeconómicos en comparación a las regiones del norte, y con una mayor concentración de conglomerados urbanos en comparación con el sur del país22,23. La urbanización ha sido identificada como un elemento clave de la transición nutricional y los cambios en los patrones de ingesta que favorecen el consumo de AUP, relacionado a mayores ingresos, exposición a supermercados y cadenas de comida rápida, así como a la publicidad y marketing alimentario9,24. Una excepción en nuestro estudio es el GBA, que concentra una gran cantidad de conglomerados urbanos y según datos de las ENGHo presenta el mayor consumo aparente de AUP20. Sin embargo, esta región constituye un agrupamiento heterogéneo que integra tanto a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) como a un amplio conjunto de partidos del conurbano, los cuales presentan contrastes significativos en sus condiciones de vida23. Un análisis comparativo entre la CABA y el conurbano permitiría comprender mejor las dinámicas locales del consumo de AUP.
Este patrón sociodemográfico coincide con lo reportado por Tumas y colaboradores, quienes han documentado que las provincias argentinas atraviesan la transición nutricional de forma desigual25. Las provincias donde predominan indicadores asociados a desnutrición infantil y bajos ingresos coinciden con las regiones que han mostrado menor ingesta de AUP en este estudio. En contraste, las regiones con mayor ingesta de AUP, coinciden con provincias caracterizadas por la urbanización donde conviven altas tasas de obesidad y malnutrición infantil, así como provincias caracterizadas por indicadores socioeconómicos y de salud más favorables. Por lo tanto, el consumo de AUP podría estar actuando como un marcador de la heterogeneidad con que se manifiesta la transición nutricional en el país.
El presente estudio también abordó la relación entre el consumo de AUP y variables de salud autorreportadas. Si bien existe evidencia que asocia el consumo de AUP con mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares26, diabetes mellitus tipo 227, e hipertensión28, nuestros resultados mostraron que quienes reportaron un mejor estado de salud autopercibida y ausencia de enfermedades crónicas presentan, de forma inesperada, un mayor consumo de AUP. Esta aparente contradicción podría explicarse por el perfil sociodemográfico de los consumidores: adultos jóvenes, con mayor nivel educativo e ingresos. Es decir, el consumo de AUP podría estar más relacionado con factores socioeconómicos que con condiciones actuales de salud. No obstante, deben considerarse las limitaciones propias de las variables de salud autorreportadas. Salvo en el caso de la diabetes, las prevalencias encontradas fueron significativamente inferiores a las registradas por la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo29, lo que sugiere una posible subdeclaración. Por ejemplo, el número de personas que se identificaron como obesas fue sustancialmente menor al observado mediante el cálculo del índice de masa corporal (IMC ≥ 30 kg/m²). Además, dado el diseño transversal del estudio, no puede descartarse la posibilidad de causalidad inversa. Por lo tanto, los hallazgos relativos a la salud deben interpretarse con cautela, y pueden servir como base para futuros estudios longitudinales que permitan esclarecer la dirección de estas asociaciones.
En Argentina, una de las políticas implementadas recientemente para abordar el consumo de AUP ha sido la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable (Ley N.º 27642), vigente desde el año 2022. Esta legislación establece el uso de sellos de advertencia en el frente de los envases de productos con exceso de azúcares, grasas, sodio o calorías, así como en aquellos que contengan edulcorantes o cafeína. Además, prohíbe la publicidad dirigida a niños, la promoción en entornos escolares y la inclusión de estos productos en compras públicas. Aunque aún no se dispone de evaluaciones sobre su impacto en el consumo de AUP, estudios preliminares no han identificado cambios sustanciales en la reformulación de estos productos30,31. La experiencia de Chile, pionero en la región en políticas de etiquetado frontal, podría ofrecer evidencia comparable sobre el posible impacto de estas medidas. Desde su implementación en 2016, se ha observado disminución en el contenido de nutrientes críticos como azúcar y sodio, en productos envasados32, así como una disminución en la compra de bebidas azucaradas33, y en la adquisición de sodio, grasas saturadas, azúcar y calorías mediante alimentos y bebidas envasados34.
Un estudio reciente de cohorte mostró que ciertos subgrupos de alimentos ultraprocesados –como bebidas azucaradas, carnes procesadas, golosinas y productos de panificación industrial– se asocian de forma más consistente con un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas35. Este hallazgo resulta especialmente relevante, dado que Argentina se encuentra entre los países de la región con mayor consumo per cápita de estos grupos de alimentos13,36. De hecho, un análisis previo de la ENNyS 2, evidenció que las galletas, pastelería, golosinas y las bebidas azucaradas constituyen las principales fuentes de AUP en Argentina37. En este sentido, podría ser útil considerar estrategias específicas para estos grupos de alimentos, como la implementación de impuestos a bebidas azucaradas, ya vigentes en varios países38.
Por último, nuestros datos reflejan que las personas con mayor nivel educativo e ingresos consumen más AUP; sin embargo, se ha observado previamente que estos grupos también presentan un mayor consumo de alimentos considerados saludables, como frutas, vegetales y lácteos39. Esto refuerza la idea de que el consumo de AUP no siempre desplaza alimentos saludables, sino que puede coexistir con ellos en sectores con mayor poder adquisitivo. En cambio, los sectores más vulnerables enfrentan barreras para acceder a alimentos frescos y saludables. Por ello, las políticas orientadas a reducir el consumo de AUP deberían ser acompañadas por estrategias que garanticen el acceso equitativo a alimentos de alta calidad nutricional, con un enfoque que prevenga que la mejora de las condiciones socioeconómicas promueva un aumento de AUP en las dietas de estos grupos.
Nuestro estudio posee varias ventajas y desventajas a señalar. Constituye un análisis exhaustivo de las características demográficas y el consumo de AUP al utilizar la fuente de datos más actualizada y con representación nacional y regional disponible. Si bien la medición de la ingesta a través de un único recordatorio de 24 horas puede no reflejar la ingesta habitual individual, es adecuada para estimar promedios poblacionales y es el método recomendado para encuestas nacionales. Aun así, es necesario reconocer posibles fuentes de error como sesgos de memoria o del entrevistador. Por su parte, el diseño transversal impide establecer relaciones causales, por lo que se requieren estudios longitudinales que permitan comprender con mayor profundidad cómo los determinantes sociodemográficos inciden en la evolución del consumo de AUP. En este sentido, la reciente propuesta de un cuestionario de cribado para estimar el consumo de AUP representa una herramienta prometedora, rápida y de fácil aplicación40, cuya adaptación y validación en Argentina podría favorecer el desarrollo de nuevas investigaciones sobre la temática.
En conclusión, este estudio aporta evidencia actualizada sobre el consumo de alimentos ultraprocesados en adultos argentinos, mostrando diferencias marcadas según características sociodemográficas y región de residencia. El perfil de consumo observado refleja una etapa de la transición nutricional propia de los países de bajos y medianos ingresos, en la cual los AUP predominan en sectores con mayores recursos y urbanización. Estos hallazgos destacan la necesidad de políticas integrales que, además de limitar el acceso a productos no saludables, promuevan entornos alimentarios más equitativos, especialmente en los sectores más vulnerables de la población.
Conflictos de interés
Los autores declaran no tener ningún conflicto de interés.
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