Vol.22 N°1 de 2021
EDITORIAL
ARTÍCULOS ORIGINALES - ALIMENTOS
ARTÍCULOS ORIGINALES - OBESIDAD
REVISIÓN - ALIMENTOS
INDICE
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Vol 22. N°1. 2021 | Enero-Marzo de 2021 |
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María Susana Feliu1, Inés Fernández1, Nora Slobodianik1
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Universidad de Buenos Aires, Facultad de Farmacia y Bioquímica, Cátedra de Nutrición, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina |
Correspondencia: Nora Slobodianik
E-mail: nslogu@yahoo.com.ar/ nslobo@ffyb.uba.ar
Presentado: 03/11/20. Aceptado: 24/02/21
RESUMEN
La grasa alimentaria influye en la modulación de las funciones inmunitarias y los procesos inflamatorios; la mayor parte
del impacto se atribuye a los ácidos grasos poliinsaturados de
cadena larga (long-chain polyunsaturated fatty acids, LCPUFA,
sus siglas en inglés). Los ácidos grasos esenciales (AGE), como
el ácido linoleico (AL) y el ácido α-linolénico (AAL), que deben incorporarse por la dieta, son precursores de otros AG de
gran importancia para el organismo. El AAL, perteneciente a
la familia ω3, da origen a los ácidos eicosapentaenoico (EPA) y
docosahexaenoico (DHA). Ellos confieren flexibilidad, fluidez y
permeabilidad selectiva a las membranas lo que favorece la salud cardiovascular, reduce el riesgo de deficiencias en la visión y
el desarrollo neural de bebés y niños, y de demencia en adultos
mayores; algunos son precursores en la síntesis de prostaglandinas. También se observan efectos en la prevención y tratamiento de enfermedades coronarias, hipertensión, diabetes,
artritis, inflamaciones, desórdenes autoinmunes y cáncer. Estos
efectos pueden explicarse a través de las acciones específicas
de cada uno de ellos1-3.
El EPA ejerce: efecto hipotrigliceridémico a nivel de LDL y VLDL,
efecto hipocolesterolémico por aumento de eflujo biliar y del
transporte reverso de colesterol, y efecto antitrombótico por
formación de eicosanoides de la serie 3. El DHA aumenta la
fluidez de las membranas neuronales, gliales, y de conos y bastoncitos, disminuye la apoptosis neuronal, facilita el reciclaje de
neurotransmisores, regula la expresión de enzimas involucradas en el metabolismo de lípidos como ligando de PPARs (peroxisome proliferator activated receptors) e inhibe la resistencia
a la insulina a los tejidos musculares y adiposo3-7.
Las recomendaciones de ingesta son: ácidos grasos poliinsaturados ω6: 2,5-9% de ingesta energética/diaria, y ácidos grasos
poliinsaturados ω3: 0,6-2,0% de ingesta energética/diaria8.
Palabras clave: ácidos grasos omega 3; fuentes alimentarias;
sistema inmunitario; patologías.
ABSTRACT
Omega 3 fatty acids are polyunsaturated fatty acids, essential
since the human body does not produce them and they are
obtained mainly from the diet. They confer flexibility, fluidity
and selective permeability to the membranes, which favors
cardiovascular health, reduces the risk of deficiencies in vision
and neural development in infants and children, and dementia in older adults; some of them are precursors in the synthesis of prostaglandins. Some effects have also been seen in
the prevention and treatment of coronary heart disease,
hypertension, diabetes, arthritis, inflammation, autoimmune
disorders, and cancer. These effects can be explained through
the specific actions of each of them. Dietary fat influences the
modulation of immune functions and inflammatory processes; most of the impact is attributed to long-chain polyunsaturated fatty acids (LCPUFA). The EPA exerts: hypotriglyceridemic effect at LDL and VLDL level; hypocholesterolemic effect
due to increase in bile efflux and reverse cholesterol transport; antithrombotic effect due to the formation of Series
3 eicosanoids. DHA: increases the fluidity of neuronal, glial,
and cone and rod membranes; decreases neuronal apoptosis; facilitates the recycling of neurotransmitters; regulates
the expression of enzymes involved in lipid metabolism as a
ligand for PPARs; inhibits insulin resistance to muscle and fat
tissues.
The intake recommendations are: 6 polyunsaturated fatty
acids: 2.5-9% of energy intake/daily, and ω3 polyunsaturated
fatty acids: 0.6-2.0% of energy intake/daily.
Key words: omega-3 fatty acids; food sources; immune system; pathologies.
INTRODUCCIÓN
Desde hace tiempo los lípidos se identificaron
como un componente fundamental de la dieta y deben consumirse en la proporción adecuada porque
cumplen un rol muy importante. Los ácidos grasos
esenciales (AGE), como el ácido linoleico (AL) y el
ácido α-linolénico (AAL) que deben incorporarse por
la dieta, presentan numerosas funciones significativas. El AL, perteneciente a la familia ω6, es precursor
de otros ácidos grasos como el araquidónico (AA),
mientras que el AAL, perteneciente a la familia ω3,
da origen a los ácidos eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA).
La grasa alimentaria influye en la modulación de
las funciones inmunitarias y los procesos inflamatorios; la mayor parte del impacto se atribuye a los
ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (longchain polyunsaturated fatty acids, LCPUFA, sus siglas en inglés)1-2.
Los ácidos grasos ω3 son ácidos grasos polinsaturados que se presentan en los alimentos como:
α-linolénico (18:3 ω3, α-ALA), ácido eicosapentaenoico (20:5 ω3, EPA) y ácido docosahexaenoico
(22:6 ω, DHA)3,6,9,10.
El α-ALA puede encontrarse en algunos aceites
vegetales (de linaza, soja y canola), chía, nueces,
maníes y aceitunas; el EPA y DHA en los aceites de
pescados principalmente de aguas frías como salmón, atún, sardinas, caballa entre otras variedades,
y también en algas3,4,9,10. Confieren flexibilidad, fluidez y permeabilidad selectiva a las membranas lo
que favorece la salud cardiovascular, reduce el riesgo
de deficiencias en la visión y el desarrollo neural de
bebés y niños, y de demencia en adultos mayores4;
algunos son precursores en la síntesis de prostaglandinas9. También se observaron efectos en la prevención y tratamiento de enfermedades coronarias,
hipertensión, diabetes, artritis, inflamaciones, desórdenes autoinmunes y cáncer6.
Estos efectos pueden explicarse a través de las
acciones específicas de cada uno de ellos.
El EPA ejerce:
• Efecto hipotrigliceridémico a nivel de LDL y VLDL.
• Efecto hipocolesterolémico por aumento de
eflujo biliar y del transporte reverso de colesterol.
• Efecto antitrombótico por la formación de eicosanoides de la serie omega 3.
El DHA:
• Aumenta la fluidez de las membranas neuronales, gliales, y de conos y bastoncitos.
• Disminuye la apoptosis neuronal.
• Facilita el reciclaje de neurotransmisores.
• Regula la expresión de enzimas involucradas en
el metabolismo de lípidos como ligando de receptores activados de proliferación de los peroxisomas
(peroxisome proliferator activated receptors, PPARs,
sus siglas en inglés).
• Inhibe la resistencia a la insulina en los tejidos
musculares y adiposo.
Según las Guías Alimentarias para la población argentina del Ministerio de Salud de la Nación (2017)8,
las recomendaciones de ingesta para el adulto son:
• Grasas totales: 15-30% de las necesidades
energéticas.
• Ácidos grasos poliinsaturados (AGPI): 6-11%
de ingesta energética/diaria.
• Ácidos grasos ω6: 2,5-9% de ingesta energé-
tica/diaria.
• Ácidos grasos ω3: 0,5-2,0% de ingesta energética/diaria.
• Ácidos grasos trans: <1,0% de ingesta energética/diaria.
• Ácidos grasos monoinsaturados: por diferencia
grasas totales (ácidos grasos saturados + ácidos grasos poliinsaturados + ácidos grasos trans).
• Ácidos grasos saturados (AGS): <10% de ingesta energética/diaria.
• Relación AGPI/AGS >1,5.
• Relación ω6/ω3: 5/1 a 10/1.
• Colesterol: 300 mg/día, <150 mg/1.000kcal.
Por lo expuesto consideramos de interés realizar
una actualización bibliográfica sobre el efecto que
ejercen los ácidos grasos de la familia omega 3 sobre el sistema inmunitario y diferentes situaciones
patológicas. Se tomó como base las publicaciones
en PubMed en el período 2015-2020 y las citas bibliográficas anteriores a ese período se incluyeron
por considerarse pioneras en el tema.
Sistema inmunitario
Los ácidos derivados de los ácidos grasos ω3 y
ω6 poseen importantes funciones inmunitarias reguladoras. Estos metabolitos conocidos como proresolving mediators (SPMs) se clasifican en diferentes
familias-prostaglandinas, leucotrienos, tromboxanos, protectinas (protectins) y resolvinas (resolvins).
Su síntesis es a través de las enzimas ciclooxigenasa,
lipooxigenasa y citocromo P4505,9,10.
Los AG que participan en la producción de eicosanoides biológicamente más activos e importantes
son el AA y el EPA. Cada uno de ellos da lugar a una
serie diferente de eicosanoides (proinflamatorios
y antiinflamatorios, respectivamente). El AA y el EPA
compiten por las mismas enzimas y, por lo tanto, los
niveles relativos de los productos formados dependen
de las concentraciones de AA y EPA de la membrana
celular. Las membranas celulares suelen contener una
alta proporción de AA y proporciones bajas de EPA y
DHA y, por lo tanto, el AA es el sustrato dominante
para la síntesis de eicosanoides. Los eicosanoides derivados del AA y del EPA, así como los docosanoides derivados del DHA, están involucrados en varios procesos
biológicos entre los que se incluyen la modulación de
la inflamación, la agregación plaquetaria, la respuesta
inmunitaria, el crecimiento y la proliferación celular. La
producción de mediadores depende de los niveles del
sustrato, la intensidad, la duración, la naturaleza del
estímulo y el tipo de célula implicada10.
Figura 1: Principales vías bioquímicas para la síntesis de metabolitos derivados de ω3.
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Tomada de: Gutiérrez S, Svahn S, Johansson M. Effects of omega-3 fatty acids on immune cells. Int J Mol Sci 2019; 20:5028-4910.
Licenciatario MDPI, Basilea, Suiza. Licencia Creative Commons Attribution (CC BY) (http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/). |
Un consumo elevado de DHA Y EPA (normalmente en forma de aceites de pescado) genera una
mayor proporción de éstos en los fosfolípidos de las
células inflamatorias; esta incorporación tiene lugar
de manera dosis-dependiente y, en parte, se produce a expensas del ácido araquidónico (ω6)6.
Microbiota
Diferentes estudios documentaron los beneficios
de los ácidos grasos ω3 en diferentes patologías; los
mecanismos involucrados incluyen reducción de los
niveles de triglicéridos, efectos antiarrítmicos y antitrombóticos, y mejora de los procesos inflamatorios.
Se acepta que los hábitos alimentarios juegan un
papel importante en el desarrollo de la microbiota
intestinal; existen muchas publicaciones relacionadas con los efectos de los prebióticos sobre ésta,
pero el efecto de las grasas de la dieta y en particular de los ω3 no está bien definida11,12.
Después de la suplementación, en pocos estudios
en humanos, se observaron algunos cambios en la microbiota intestinal; en particular se detectó una disminución de las bacterias fecales a menudo asociadas con
un aumento de bacteroidetes y bacterias productoras
de butiraro pertenecientes a la familia de las Lachnospiraceae. También se encontró una disbiosis de éstas
en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal13.
Los ácidos ω3 pueden ejercer una acción positiva
al revertir la composición de la microbiota en estas
enfermedades y aumentar la producción de componentes antiinflamatorios como los ácidos grasos
de cadena corta. Además, estudios en modelos animales indican que la interacción entre microbiota
intestinal, ácidos grasos ω3 e inmunidad ayuda a
mantener la integridad de la pared intestinal e interactúa con las células inmunes del huésped14.
Por otra parte, los estudios en humanos y en
modelo experimental destacan la capacidad de los
ω3 para influenciar el eje intestino-cerebro al actuar
sobre la composición de la microbiota intestinal15,16.
Sistema nervioso
Los ácidos grasos poliinsaturados y las oxilipinas
son indispensables para las vías fisiológicas normales en el sistema nervioso y son predominantes en la
sinapsis y retina17.
El ácido docosahexaenoico (DHA), junto con el
ácido araquidónico (AA), se encuentran en mayor
concentración en el tejido nervioso. Se observó que
el DHA tiene un importante papel en la formación y
en la función del sistema nervioso, particularmente
en el cerebro. El 60-65% de los lípidos totales del
cerebro son ácidos grasos poliinsaturados y de este
porcentaje más del 85% está constituido por el DHA
(35-40%) y 40-50% de AA. El ácido linoleico (ω6) y
el EPA se encuentran principalmente en el cerebelo,
mientras que el AA y DHA en el cerebro18.
Los ω3 juegan un papel fundamental en el mantenimiento de la integridad y fluidez de la membrana.
Estudios in vivo demuestran que la suplementación de
la dieta con ácidos grasos poliinsaturados puede modificar la composición del tejido cerebral normal17,19.
Durante los primeros dos años de vida, la grasa
debe considerarse también en su función estructural,
pues provee los ácidos grasos y el colesterol necesario
para formar membranas celulares en todos los órganos. Más aún, la retina y el sistema nervioso central
están constituidos predominantemente por lípidos18.
Gran parte de ellos está formada por ácidos grasos
esenciales; los ácidos grasos ω3 y ω6 resultan determinantes en el desarrollo cerebral, hasta tal punto
que pueden ayudar a prevenir el desarrollo enfermedades como Alzheimer y/o esquizofrenia. Estudios clí-
nicos también indicaron que un consumo bajo de ω3
PUFA o una baja concentración plasmática de DHA se
correlaciona con una serie de enfermedades cerebrales y con defectos cognitivos y de comportamiento
durante las primeras etapas del desarrollo y el envejecimiento. Según nuevas investigaciones, el consumo de grasas saturadas también se asocia con una
deficiente función cognitiva general y de la memoria. Algunos autores describen cambios en la función
cognitiva de un grupo de mujeres relacionados con
el tipo de grasa consumida, más que con la cantidad
total de la ingesta de grasa. Esto demuestra la importancia del perfil de ácidos grasos en la dieta.
Trabajos previos de Feliu, Fernández y Slobodiank20-22, en rata en período de crecimiento, demostraron que la desnutrición proteica en sus distintos grados, así como la administración de dietas
aportadoras de proteínas de maíz y en baja concentración -al destete- provocan en el timo, alteración
en el tamaño e inducen el frenado en la proliferación celular20.
La administración de dietas de recuperación con
el agregado de nutrientes con potencial acción inmunomoduladora -en particular EPA y DHA- mostró que,
con una ingesta diaria de 24 mg de éstos, logró revertirse, en este órgano, algunos de los cambios provocados por los respectivos desequilibrios proteicos21.
Otros trabajos, del mismo grupo, analizaron el
efecto de la administración de dietas con valores
adecuados y altos de F% (F%= kcal proveniente de
lípídos en 100 kcal totales), durante 10 y 40 días,
sobre el perfil lipídico sérico, en timo, hígado y cerebro de ratas en período de crecimiento activo. Las
fuentes lipídicas utilizadas fueron: manteca, aceite
de oliva, aceite de girasol alto oleico, aceite de girasol y como control, aceite de soja (AIN 93). Los resultados mostraron que la dieta con elevado F% y alto
contenido en grasa saturada provocó aumento en
los niveles de colesterol y triglicéridos, observándose
el mismo efecto a corto y largo período de administración22. Este efecto sería consecuencia del tipo de
grasa recibida sumada a la elevada concentración
de lípidos de la dieta. Los grupos que consumieron
manteca o aceites de oliva o aceite de girasol alto
oleico presentaron disminución de ácidos grasos
esenciales con aumento de ácido oleico. Estos resultados serían en respuesta a las diferencias en el
perfil de ácidos grasos de las fuentes utilizadas en
la preparación de las dietas, lo cual exacerbaría la
vía de la familia ω9. Por otra parte, los cambios que
presentaron los ácidos grasos en suero, timo e hígado no se observaron en el cerebro. Estos resultados
sugerirían que el organismo trata de suplir las necesidades de ácidos grasos del cerebro a expensas de
su modificación en suero.
Además, diferentes estudios demuestran que la
composición de la microbiota intestinal afecta el eje
intestino-cerebro y se asocia a diferentes conductas,
estado de ánimo y desórdenes psicológicos (depresión, ansiedad, autismo)11,16.
Enfermedades neurodegenerativas
Las enfermedades neurodegenerativas han experimentado un considerable aumento en las últimas décadas, particularmente en los países de
Occidente, destacándose la esclerosis múltiple y la
enfermedad de Alzheimer. Estas patologías están
estrechamente relacionadas con la edad, nivel socioeconómico, actividad laboral, actividad física, antecedentes familiares o genéticos y, en los últimos
años, con los patrones dietarios. Diferentes ensayos
clínicos demostraron la eficacia de los ácidos grasos
ω3 de origen marino en la prevención y/o tratamiento en estas patologías3-5.
• Esclerosis múltiple. Es una enfermedad inflamatoria y degenerativa crónica que afecta el sistema
nervioso central; se caracteriza por la presencia de
diversas lesiones en la mielina de los axones neuronales, en las que se da cierto grado de inflamación.
Actualmente se considera una enfermedad multifactorial que resulta de interacciones complejas entre
la predisposición genética y factores ambientales. Se
contemplan diversas opciones en cuanto a factores
de riesgo, incluyendo infecciones, deficiencia de vitamina D, estilo de vida, estrés o comorbilidades y
factores dietéticos23.
Amato et al., en una revisión de 22 artículos relacionados con esta enfermedad y el consumo de ω3,
observaron que en 20 de ellos se mostró algún tipo
de beneficio sobre el estado de la enfermedad o a
nivel inflamatorio, mientras que por otro lado, en
dos de ellos no se observaron cambios; la suplementación dietética se asoció a una disminución de las
citoquinas proinflamatorias y de otros marcadores
inflamatorios como la metaloproteinasa-9 de la matriz. La evidencia respalda la hipótesis que los ácidos
ω3 o sus derivados son buenos componentes para
limitar la neuroinflamación24.
• Enfermedad de Alzheimer. En pacientes con Alzheimer se detectó una disminución en los niveles de
DHA en las áreas del cerebro asociadas a la cognición
y a la memoria (hipocampo y corteza frontal). Los aceites de pescado, excelentes aportadores de ω3 podrían,
por lo tanto, ser beneficiosos para restablecer la función cognitiva y el funcionamiento del cerebro25,26.
Gil-Tamayo et al., en una revisión de 68 artículos,
observaron que la suplementación con cápsulas de
ω3, el consumo de pescado u otros alimentos con
alto aporte de ω3 provocaban efectos beneficiosos
en pruebas de función cognitiva, desenlace de enfermedad o imágenes diagnósticas. Hubo diferencias en los resultados encontrados en ensayos clínicos y revisiones sistemáticas que podrían atribuirse a
la variabilidad en las cantidades del suplemento, el
tiempo de seguimiento y la manera en que se estudió la función y el deterioro cognitivo27.
Sistema cardiovascular
Los ácidos grasos de la familia ω3 son considerados protectores de la salud cardiovascular al disminuir los niveles plasmáticos de triglicéridos y colesterol, y prevenir la agregación plaquetaria, las arritmias
y mejorar la microcirculación4.
Se ha demostrado que los suplementos nutricionales que contienen todos los nutrientes esenciales,
incluyendo minerales, vitaminas, ácidos grasos ω3 y
otros antioxidantes como ácido lipoico y la coenzima
Q10, en proporción adecuada, protegen el corazón
y reducen los factores de riesgo más comunes relacionados con la enfermedad cardiovascular.
Se confirmó que los ácidos grasos ω3 disminuyen en forma significativa el riesgo de muerte súbita
ocasionada por arritmias cardíacas y todas las causas de mortalidad en pacientes con enfermedades
coronarias; también se emplean para el tratamiento
de la hiperlipidemia e hipertensión, sin observarse
interacciones significativas entre éstos y los fármacos
habitualmente utilizados28-29.
En 2018, la American Heart Association reafirmó
la recomendación de consumir pescado, especialmente rico en ácidos grasos omega 3, dos veces a la semana para reducir el riesgo de insuficiencia cardíaca,
enfermedad coronaria, paro cardíaco y el cuadro más
habitual de accidente cerebrovascular (isquémico). Esta
Asociación recomienda el consumo de dos porciones
semanales de pescado para individuos que no presenten historia de enfermedad coronaria y una porción
diaria para aquellos que sí la presenten; aproximadamente 1 g/día de EPA más DHA es recomendable para
la cardioprotección, mientras que 2-4 g/día se aconseja
para reducir los niveles sanguíneos de triglicéridos, e
ingestas mayores se requieren para una moderada disminución de la presión arterial.
Obesidad
Se conoce y acepta que el sobrepeso y la obesidad aumentan el riesgo de padecer diabetes, enfermedades cardíacas, patologías respiratorias crónicas, derrames cerebrales, artritis y ciertos cánceres.
Algunos investigadores demostraron que la suplementación con ω3 durante tres meses, en diferentes
cantidades, produce una reducción estadísticamente
significativa del peso, cintura, índice de masa corporal
(IMC) y la masa grasa en mujeres obesas, observándose que estas diferencias fueron significativamente mayores en el grupo que recibió 2 g de ω3. La
evidencia sugiere que la suplementación con ácidos
grasos ω3, sumado a un plan de actividad física y dieta, puede proponerse como complemento en mujeres obesas para mejorar su estado general de salud
y protegerlo de futuras complicaciones asociadas al
síndrome metabólico30.
Un estudio en un grupo de jóvenes sedentarios con
sobrepeso demostró que el entrenamiento en intervalos de alta intensidad y el consumo de ácidos grasos
ω3, por separado, aumentan la capacidad aeróbica,
el metabolismo oxidativo y la función cardiovascular31.
Diabetes
La epidemia de diabetes mellitus tipo 2 (DM2)
incrementa la enfermedad cardiovascular y la morbimortalidad, por tanto, es importante prevenir y
tratar integralmente, y valorar complicaciones y
comorbilidades asociadas. La evidencia epidemioló-
gica del efecto de los ácidos grasos ω3 de origen
marino sobre el riesgo de DM2 es controvertido32,33.
Pinilla-Roa et al., en un metaanálisis de 20 estudios
en pacientes que recibieron suplemento, observaron
que la relación EPA/DHA y una temprana intervención
con estos ácidos podría afectar positivamente el control de la glucosa y los niveles de lípidos; esto podría
contribuir como referencia dietaria para el equipo de
salud que atiende al paciente diabético34.
La Guía de Práctica Clínica Nacional sobre Prevención, Diagnóstico y Tratamiento de la Diabetes
Melittus Tipo 2 para el primer nivel de atención del
Ministerio de la Salud de la Nación Argentina sugiere el consumo de caballa, salmón, atún, anchoa,
sardinas, merluza, lenguado, brótola, jurel y arenque, por lo menos dos veces por semana. Se intenta
lograr una relación entre ω3 y ω6 de 4 ó 5:1 con el
incremento del consumo de pescados de agua fría.
El uso de aceites de pescado en las dietas en individuos con DM2 (3-18 g/día) disminuye el nivel de
triglicéridos e incrementa el c-HDL35.
Fibrosis quística
La fibrosis quística (FQ) es la enfermedad genética grave con patrón de herencia autosómica recesiva más frecuente en la población caucásica. Es consecuencia de la aparición de mutaciones en el gen
regulador de la conductancia transmembrana, que
codifica una proteína alterada, la proteína cystic fibrosis transmembrane conductance regulator (CFTR).
Su mal funcionamiento provoca que las secreciones
del moco habitual que cubren los epitelios sean más
espesas, existiendo manifestaciones clínicas relevantes en el aparato respiratorio, el sistema digestivo, los
conductos deferentes y las glándulas sudoríparas. Se
trata de una enfermedad compleja que requiere de
un abordaje integral, en la cual un adecuado estado
nutricional influye tanto a nivel de la función pulmonar como en la calidad de vida y supervivencia36.
En la FQ es frecuente encontrar niveles anormales de ácidos grasos esenciales en suero, plasma y
en las membranas celulares de células sanguíneas y
en biopsias de tejidos; los hallazgos más frecuentes
(respecto de las personas sanas) son el descenso en
los niveles de ácido linoleico y docosahexaenoico.
Estas alteraciones podrían estar implicadas en la fisiopatología de la enfermedad dado que son más
pronunciadas en los pacientes con fenotipos más
graves. Por ello, en casos dudosos, algunos autores
proponen su determinación como método de diagnóstico de la enfermedad37,38,39.
Algunos estudios sugieren la suplementación
con ácidos grasos (DHA, EPA y ácido gamalinolénico
-GLA-) y, de esta manera, modular la respuesta proinflamatoria. Sin embargo, varios investigadores remarcan la necesidad de disponer de más trabajos para
realizar recomendaciones basadas en la evidencia38.
COVID-19
Diferentes estudios demostraron que el ácido
araquidónico (AA) y otros ácidos grasos insaturados
pueden inactivar el desarrollo de algunos virus.
Los metabolitos del AA, EPA y DHA poseen acciones pro y antiinflamatorias, y participan en resolver
la inflamación, cicatrización de heridas, regular la
acción fagocítica de macrófagos y otros monocitos,
y tienen la capacidad de reducir la carga microbiana.
Estos hallazgos sugieren que el AA, EPA y DHA
y sus metabolitos antiinflamatorios -lipoxin A4, resolvins, protectins and maresins (Figura 1)- actúan
como moléculas antimicrobianas endógenas, y su
uso apropiado ayudaría a disminuir la morbilidad y
mortalidad debido al SARS-CoV-2 (del inglés, severe
acute respiratory syndrome coronavirus 2) -causante del coronavirus 19-, SARS (2002 causante de un
brote de severe acute respiratory syndrome, SARS)
y MERS (2012, causante del middle East respiratory
syndrome, MERS)40,41.
La tormenta de citoquinas ocurre como consecuencia de la intensa respuesta inmunitaria ante la
invasión del nuevo coronavirus. Esta tormenta provoca una inflamación generalizada en el cuerpo, que
afecta especialmente a pulmones, corazón y cerebro.
Algunos investigadores demostraron, en concreto, que los ácidos omega 3 actúan a través de las
resolvinas como agentes antiinfamatorios42.
En nuestro país, un grupo de investigadores argentinos, bajo la dirección del Dr. Rafael Díaz, médico cardiólogo, Director de Estudios Clínicos Latinoamérica (ECLA, Rosario, Argentina), investiga si el
aceite de pescado enriquecido con ácido etil-eicosapentaenoico (ácido graso ω3) previene el contagio
de coronavirus o reduce la severidad de los síntomas
en el personal de la salud, principal grupo de riesgo
expuesto al virus SARS-CoV-2. En estos momentos
la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) analiza el estudio y el protocolo contempla la participación de
1.500 voluntarios sanos, o presuntamente sanos,
que tomarán el medicamento (Vascepa®, Amarin) o
un placebo durante dos meses.
CONCLUSIONES
Esta actualización muestra la importancia de la
incorporación de los ácidos grasos omega 3 en la
alimentación y sus diferentes efectos en distintas situaciones patológicas.
En general, para hablar de ingestas adecuadas o
no, diferentes autores sugieren continuar las investigaciones para asegurar la cantidad correcta para la
población sana o con patología preexistente.
Sería de interés ampliar y analizar la bibliografía
de cada patología, que se desarrolló en forma general
para respetar las normas de publicación, y de esta manera tomar decisiones certeras en cuanto a las necesidades específicas sobre sólidos conocimientos básicos.
Conflictos de interés: las autoras declaran no
tener conflictos de interés.
REFERENCIAS
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Agricultura (FAO) y Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT). Ingesta de grasa y ácidos grasos y respuesta inflamatoria e
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Último acceso: 19-03-2021
- Calder P, Kremmyda L, Vlachava M. Papel de los ácidos grasos en
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